Opinión
Bernat Jofre
Coro de plañideras
En tiempo de crisis, es de agradecer un cierto carácter pactista en algunas formaciones de la oposición
Hace muy pocos días un conocido mío - ex alto cargo en numerosos ministerios con Felipe González Márquez y José Luis Rodríguez Zapatero - comentaba apesadumbrado que "el estado de las autonomías había salido rana". Inmediatamente le repliqué que el culpable de la situación de desgobierno no era el ente en sí. Sino sus gestores, su clase política, la cual había salido más "sapo" que otra cosa... y nosotros sin saberlo. Calló.
Les comento el diálogo a raíz de la lectura de un artículo de Joan Riera el sábado pasado en esta misma sección. Coincido con el veterano periodista en que la clase política se desnuda según el tipo de oposición que hace. No como en Europa, pero eso sería motivo de otro artículo. Decíamos que el Gobierno de España tiene diversas formaciones opositoras, cada una con su estilo. En tiempos de crisis generalizada, es de agradecer un cierto carácter pactista en algunas de ellas. Las cuales no renuncian ni mucho menos a sus postulados ideológicos, pero son conscientes del extraordinario momento en cuanto a dolor y penuria que está (y va a seguir) viviendo la nación. Por contra, también hallamos partidos políticos mudos en alternativas positivas para hacer más llevadera la situación. A pesar de que en sus filas haya honrosas excepciones, no es extraño encontrar la descalificación sistemática a la gestión pública. Parece no importar demasiado si el momento histórico es excepcional. Tampoco si se ha propuesto alguna solución constructiva desde sus bancadas.
Ciertamente, ha habido gobiernos autonómicos que se han visto superados por el Sars-Cov-II. El cual puede haya puesto al descubierto las miserias y minusvalías de la política local frente a la nacional. También sobre la elaboración de listas y -sobre todo- los méritos requeridos para ocupar según qué puestos de responsabilidad. Pero siendo sinceros, lo que ha puesto de relieve la pandemia es la necesidad de cambio del sistema de financiación local y autonómico. El último episodio, la lucha por los remanentes municipales. Mucho debería reflexionar el gabinete Sánchez sobre la oportunidad política de quitar a los Consistorios de toda España el fruto de su buena gestión. Mientras tanto, hay quien reclama (y con razón) los 600 millones del "caso ERE" y se olvida del rescate bancario español (47.350 millones). De hecho, no se ha querido ni empezar una negociación al respecto. Por parte de los bancos, y de todos los partidos, por cierto. Desde los Ciudadanos de Inés Arrimadas a las Unidas Podemos de Pablo Iglesias. Como dijo el "molt Honorable president" Jordi Pujol i Soley, "ara, no toca".
Ahora bien, que de constatar dichos errores de cálculo - ciertos en el caso municipal - pasemos a escuchar un perenne coro de plañideras, va un trecho muy grande. ¿Deberíamos preguntarnos sobre la altura de miras de nuestros muy bien pagados líderes de la oposición? No tan sólo la de ellos, la verdad sea dicha. Pero que como mínimo den un poco de ejemplo en cuanto a sensatez al resto de la población. Estaría muy bien, la verdad sea dicha.
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