El enorme impacto sanitario y socioeconómico no han sido los únicos efectos devastadores de la Covid-19. La pandemia ha provocado por igual una crisis educativa, de graves consecuencias, que debe ser afrontada con solvencia y profesionalidad, porque ni la sociedad de Balears en general, ni la comunidad docente en particular, pueden permitirse el lujo de desperdiciar un nuevo curso lectivo.

El alumnado y los profesores de las islas se vieron obligados a dejar las aulas en marzo, cuando se decretó el confinamiento. Desde entonces, solo algunos escolares han vuelto a clase con cita previa y métodos excepcionales. Es una anormalidad que no puede prolongarse en el tiempo, por el bien de unos estudiantes que necesitan continuar su formación y unas familias que no pueden renunciar a la conciliación.

? Falta menos de un mes para que comience el nuevo curso y la pandemia sigue avanzando. Los hospitales de Balears se preparan

Hoy, con un número de contagios crecientes, el panorama no es halagüeño. Pero todos los especialistas, desde el doctor Fernando Simón, director del Centro de Emergencias y Alertas Sanitarias, a reputados técnicos en materia educativa, coinciden en una cosa: el curso escolar debe comenzar según el calendario docente establecido.

De entrada, el conseller de Educación, Martí March, ha gestionado esta crisis de manera titubeante. Después, la presión sindical y la exigencia de las familias le han obligado a establecer unos protocolos de actuación para cada colegio que pueden ser consultados vía online.

Siempre con la conciencia de que no hay más alternativa por delante que la de convivir con el coronavirus, se aboga por una presencialidad irrenunciable para los cursos inferiores y la opción mixta, si la situación lo aconseja, para ESO y Bachillerato. Es necesario no perder de vista que la presencia del alumno en las aulas desempeña un papel fundamental, sobre todo para los más pequeños. Si no se va a clase no se pierde solo el aprendizaje académico. La ausencia puede provocar lagunas emocionales, la pérdida de la oportunidad de relacionarse con los compañeros y la conveniencia del juego. Los pedagogos suelen resaltar que la enseñanza de calidad es racional y social, no meramente individual. No hablamos solo de una cuestión científica y tecnocrática, es también emocional y moral.

? En estas condiciones, salvar el curso académico que está a la vuelta de la esquina debe ser una prioridad. Para ello, se necesitan planes de contingencia claros porque, a pesar de que el nivel de transmisión entre los niños es menor, habrá, irremediablemente, escolares enfermos que den positivo en coronavirus.

La Administración debe estar a la altura de la dificultad del momento, no desprevenida como en marzo. Se requiere un esfuerzo colectivo dentro del cual, la amenaza de huelga del profesorada se revela inoportuna. El camino debe ser el de bajar las ratios, incrementar las plantillas docentes y tener disponibles más espacios públicos por si hace falta dispersar las aulas.