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La educación de las niñas

Si queremos que en la próxima encuesta los niños empiecen a ver jefas, es urgente hacer algo más

Hace poco se revelaron los datos de la XVI encuesta Adecco "Qué quieres ser de mayor". En ella se separan las opiniones de niños y niñas y se les pregunta entre otras cosas por quién sería su jefe ideal. Podemos ver datos curiosos y divertidos, como que Fernando Simón es popular entre los dos sexos o que mientras ellos votan por un deportista como Leo Messi, ellas prefieren una cantante como Kate Perry o hasta un personaje de cómic como Ladybug. Todo muy gracioso hasta que analizamos la encuesta con más atención. Así, mientras ellas nombran tanto a hombres como mujeres como jefes ideales, ellos no incluyen a ninguna mujer entre sus posibles jefes. Este dato ha pasado desapercibido frente a la curiosidad de que los niños quieran ser youtubers o la popularidad de Fernando Simón. Pero se trata de algo preocupante si pensamos que la que participa en esta encuesta es la población más joven a la que teóricamente estamos educando en la igualdad.

¿A qué se debe este sesgo en un momento en que tenemos mujeres ministras, películas con superheroínas y las princesas Disney se han convertido en guerreras que ya no esperan a un príncipe que las rescate?

Aunque en la ficción o incluso en política estamos avanzado algo, gran culpa de la situación la tienen entre otras cosas los libros de texto que estudian estos niños. En ellos siguen preponderando personajes masculinos o las mujeres se relegan a temas finales o a apartados especiales. Si los planes de estudio obligaran a los niños a analizar la obra de la pintora renacentista Artemisa Gentileschi como se hace con Caravaggio, a escuchar a la compositora Clara Schumann y no solo a su marido, o si al llegar a la Generación del ?? no se olvidara a las escritoras que formaron parte de ella, quizás empezarían a considerar que también puede haber mujeres con capacidad de mando.

Los planes de estudio deberían tener en cuenta este sesgo, dejar décadas pasadas atrás e introducir el estudio de grandes mujeres, al igual que se aprende sobre los grandes hombres. Y no estaría de más dar un toque de atención a las editoriales de texto que no incluyan mujeres en sus libros, lo que no es normal ya que hablamos de la mitad de la población.

En cuanto a las actividades extraescolares, otra encuesta también advierte de que las niñas lo dejan antes. No solo porque el patio del colegio suele estar ocupado por el campo de fútbol en el que ellas son solo una anécdota. No debe animar mucho a las jugadoras o atletas que la sección de deportes de todos los medios de comunicación esté copada por hombres. Las mujeres en este área son invisibles por muchos títulos que ganen. Las niñas y sus padres ven pronto que sus logros en el deporte nunca serán comparables a los de sus compañeros varones. Esto les hace optar antes por abandonar, con los riesgos asociados de ser más vulnerables a males como el sedentarismo o la obesidad.

Con respecto a las jóvenes que se dedican a la música y no a los deportes, ¿se plantearán alguna vez ser directoras de orquesta o compositoras? A pesar de que ha habido y hay grandes músicas como la mencionada Clara Schumman, Francesca Caccini o Jaquet de la Guerre, pocas veces se interpretan partituras de mujeres. Y menos aún vemos orquestas dirigidas por ellas. ¿Se imaginará algún niño tener una directora de orquesta, si nunca lo ha visto?

Aunque en teoría educamos en la igualdad, en la práctica no es así. Si queremos que en la próxima encuesta los niños empiecen a ver jefas, es urgente hacer algo más.

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