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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Fracaso de Armengol, decapitación de Álvarez de Toledo

La estrategia de Armengol de diseñar corredores seguros entre Alemania y Baleares no ha funcionado por no haber diseñado unos protocolos de análisis PCR para los visitantes y por el descontrol del ocio nocturno

Decíamos la semana pasada que Armengol, para desgracia del PP, estaba lejos de estar cuestionada por la gestión de la pandemia, fuera por la condición insular de Balears, fuera por sus propios méritos. Añadíamos que, en todo caso, había que estar al tanto del aumento de los contagios, de la saturación de la atención primaria y de Alemania, que estaba alerta. Pues bien, en una semana el panorama ha cambiado de forma dramática: se ha disparado el incremento de contagios, la atención primaria se ha colapsado y Alemania ha recomendado no viajar a Balears al tiempo que también avanza el coronavirus en sus dominios con más de 1.500 contagios diarios. Si no es la segunda ola de la pandemia es algo que se le parece mucho. En febrero conjeturamos que nada sería igual a 1918 con entre 50 y 100 millones de muertos. Pero la realidad ha sido peor de lo que pensamos que sería la actual pandemia, no la pérdida de la mitad de la campaña turística sino, en la práctica, de su totalidad. Entre los mayores de sesenta años se recuerda la frase que se estilaba en Mallorca antes de que dejara de cuestionarse el turismo como fortín inexpugnable del bienestar de sus ciudadanos: "Si un día se acabara el turismo no bastarían los árboles de Mallorca para dar cabida a todos los suicidas en busca de rama en la que ahorcarse". No estamos en esa situación, pero el daño a la economía y a nuestro bienestar va a ser inmenso. Lo peor son las previsiones para el futuro, pues ya hay muchas voces que auguran un cambio dramático en el transporte de viajeros inherente al turismo de masas. Quizá se abre una ventana de oportunidad para las voces que reclaman desde hace tiempo el cambio de modelo turístico, algo que requeriría de ignotas alternativas y dificultades laborales sin cuento. La estrategia de Armengol de diseñar corredores seguros entre Alemania y Balears ha fracasado, entre otros motivos por no haber diseñado unos protocolos de análisis PCR para todos los visitantes y por el descontrol del ocio nocturno y de los party-boats. El fracaso de Armengol es paralelo al del gobierno de Sánchez que se ha desentendido de su responsabilidad en favor del descontrol autonómico.

En la rueda de prensa del lunes de Armengol con Patricia Gómez, se le preguntó a la primera si podrán los padres evitar que sus hijos acudan a clase en setiembre por miedo a los contagios. La respuesta de Armengol fue desoladora y escapista a la vez: "En España la escolarización es obligatoria". En efecto, lo es, pero en un contexto en el que el Estado, en ese caso la comunidad autónoma, debe garantizar la salud de los escolares y de los profesores. Ni la ministra de Educación, Isabel Celaá, ni Gómez, ni March, ni Armengol, a pocas semanas de comenzar el curso, saben cómo hacerlo, sólo balbucean generalidades sobre presencialidad, clases online, mascarillas y recreos ucrónicos. En esas condiciones no veo cómo se puede permitir Armengol amenazar veladamente a los padres que temen por la salud y la vida de sus hijos. El derecho a la vida está por encima de las leyes y los decretos del Estado. La primera obligación del Estado no es la educación sino asegurar la vida de sus ciudadanos. De momento, es necesario precisar que la gestión de la pandemia en España ha sido la peor de Europa, tanto en lo que se refiere a las vidas perdidas en relación a la población como en la economía. Un bagaje funesto como para que, encima, puedan permitirse amenazas a los padres que teman por la vida de sus hijos en unas escuelas inseguras.

De la decapitación pública de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del PP en el parlamento por decisión de Casado, se ha dicho que respondía a la necesidad de moderar el discurso del PP, en sintonía con la exigencia de algunos líderes regionales exitosos, como es el caso del líder gallego Núñez Feijóo. Las razones de Casado invocadas para cesarla son "desdichadas" según Álvarez de Toledo. Algunas de ellas son: cuestionar la autoridad de Casado, ir por libre, propiciar, en divergencia con el PP, un acuerdo de gobierno con el PSOE, etc. Hay que recordar que la ex portavoz había abandonado el PP en discrepancia con la "¿moderación?¿indolencia?¿procrastinación?" de Rajoy. Un Casado identificado en buena medida con Aznar fue el que la repescó al son del eslogan: "Vuelve el PP", frente a dirigentes como Feijóo que reivindicaban un/a portavoz con imagen más "moderada". Sus enfrentamientos con Teodoro Gracía Egea por su intromisión en las tareas del grupo parlamentario aceleraron la decisión de un Casado que ha evidenciado sus notables carencias; cambia su propio discurso en función de los vientos cambiantes. Álvarez de Toledo no ha engañado a nadie; Casado, a todos. Ahora el eslogan es la moderación. Aventuro otro análisis que no es alternativo al realizado por Casado y los medios de comunicación, quizá es sólo complementario; o sólo un análisis que se superpone al de la vuelta a la moderación. Frente al discurso dominante de izquierda contra derecha que, en realidad, en nuestro país, es el de un bipartidismo partitocrático entre PP y PSOE, dos burocracias reaccionarias que se turnan en el poder, que retienen todas las expectativas de poder merced a una ley electoral que concede todo a las cúpulas partidarias, se han levantado voces como las de "Libres e Iguales", a las que pertenece Álvarez de Toledo, que mantienen que el combate es entre liberales (provenientes de la derecha como ella, y de la izquierda como Redondo Terreros) y reaccionarios extractivos de derecha e izquierda refugiados bajo la capa del estatalismo y la dictadura de lo políticamente correcto, entre democracia y partitocracia.

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