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Mar Ferragut

Gracias, Pedro

No os voy a quitar el descuento de residente, isleños míos. Ese fue el regalo que Pedro Sánchez nos tiró el pasado miércoles a los baleares tras su audiencia con Felipe VI en Marivent.

Gracias, Pedro por mantener un descuento que todos sospechábamos que es una estafa a los viajeros y al Gobierno, como finalmente confirmó hace unos meses un informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF): al aumentar el descuento del 50 al 75% las aerolíneas subieron los precios (hasta un 15% según esta entidad, aunque a cualquier mallorquín que pregunte el porcentaje le parecerá poco). ¿Para enfadarse, no? Sin embargo, confirmar lo que ya en las islas sabíamos todos no fue lo más indignante del trabajo de la AIReF: la furia insular se encendió (poco, en nuestra línea, tampoco nos volvamos locos) con las propuestas de la entidad para solventar el problema. Por ejemplo, informar al pasajero del coste real de su vuelo, para que pese en nuestra conciencia el gasto que le suponemos al Estado y nos planteemos si viajamos demasiado a la península. Pero ojo, que lo mejor son las alternativas de la AIReF al actual sistema: o ponernos un límite al número de viajes subvencionados que podemos hacer al año o limitar la cantidad que se destina a esta subvención y, cuando se acabe este dinero, que el usuario pase a pagar el precio real del vuelo. A las aerolíneas, ni una advertencia; ni una recomendación; ni un reproche, ni una petición de información.

Si estas son las únicas alternativas al descuento de residente, pues claro que celebramos que no nos lo quiten. Gracias, Pedro. Pero, ¿de verdad no hay otras maneras de que los ciudadanos insulares podemos desplazarnos por todo el territorio nacional sin tener que pagar un sobrecoste en función de la demanda? Y digo desplazarnos por el motivo que sea: trámites, causas familiares y de salud, trabajo y también ocio, como hacen los peninsulares, que pueden coger el coche o pagarse billetes de tren con precios más o menos estables, que varían según la comodidad y condiciones del trayecto pero no de la demanda y de la fórmula desconocida que usan las compañías aéreas para fijar sus precios de acuerdo a sofisticados algoritmos. El descuento de residente está mal diseñado, pero hay alternativas a las propuestas de la AIReF, que al final a quien castigan es al usuario.

Entiendo que ahora Pedro tiene un par de 'asuntillos' entre manos (rebrotes, su socio de Gobierno imputado...) y poco tiempo para pensar en las necesidades de una comunidad a la que no necesita para la aritmética parlamentaria y que ha perdido su condición de locomotora/ubre del país. Pero nos regala un 'no os quitaremos esto' antes de subirse al Falcon o a otro de sus aparatos voladores. El descuento de presidente es mucho mejor que el de residente.

El pájaro vuela. Y nosotros nos quedamos aquí, con nuestros hoteles vacíos y nuestros hospitales cada vez, otra vez, más llenos (y este año no es por ingleses con politraumatismos y comas etílicos). La AIReF estará contenta porque este verano nosotros tampoco viajamos. Disfrutamos de las playas y reconquistamos Magaluf y Platja de Palma, pero la contrapartida es que nos tendremos que acostumbrar a comer arena (a no ser que en unos meses el I+D+i, la reindustralizacióm y las energías renovables nos hayan salvado a todos) (¿de qué se ríen?). Pedro, no te olvides de nosotros. I torna en voler.

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