Los datos económicos conocidos esta semana dejan un panorama desolador para Balears. El archipiélago ya no tiene ninguna posibilidad de recuperar la temporada turística y vislumbra la próxima entre negros nubarrones de incertidumbre. A la cuarentena impuesta por Reino Unido a los turistas se suman las culpas que echa Alemania a quienes regresan al país como portadores de nuevos focos de Covid-19 y el hecho de que los germanos tengan ya una alta tasa de contagios que merma sus posibilidades de viajar. Con tantas dificultades, los hoteles de Balears solo logran mantener habitaciones reservadas a tres semanas vista y, de ellas, muchas acaban cancelándose.

Las consecuencias de la pandemia del coronavirus para las islas son la pérdida de 5.000 millones de gasto turístico en seis meses y una caída del PIB del 30% en el segundo trimestre del año, la peor de toda España. El director de la Fundación Impulsa, Toni Riera, ha dicho que etiquetar como crisis la situación actual es quedarse cortos, porque en realidad estamos "ante un shock de dimensiones descomunales". Cada día está más claro que nos dirigimos hacia un otoño y un invierno abocados a una economía de subsistencia en la que será imprescindible la intervención conjunta y coordinada de las administraciones estatal y autonómica.El empobrecimiento de las familias será notable y, en consecuencia, se disparará la demanda de ayuda social.

Esta semana han pasado por Balears la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Han dejado buenas palabras de ánimo y consuelo pero no compromisos atados capaces de traducirse en acciones concretas de alivio y recuperación económica. Es claramente insuficiente para la escasez que se avecina, una carencia de medios sin precedentes, desconocida para las generaciones actuales de residentes en Balears.

El anuncio del Govern, en el sentido de anular el 2% de incremento salarial para los funcionarios, no hace más que poner mayor freno a la capacidad de gasto y consumo, eso aparte de incidir en el desánimo de la población. Se necesitan medidas más diversificadas y amplias capaces de dar respuesta a las necesidades básicas de la población y, cuando menos, estabilizar la economía. Para ello será imprescindible el sentido institucional, la complicidad de las fuerzas políticas y la participación de los agentes sociales. Otra vez se ha caído en la tentación de lo fácil y cómodo, lo que estaba más a mano, los recortes a los empleados públicos.

Ha llegado el momento de la firmeza, la lealtad y la responsabilidad de todos, pero sobre todo de quienes tienen encomendada la terea de gobernar. Al Ejecutivo de Francina Armengol le corresponde desvincularse de la superficial dependencia política y exigir corresponsabilidad al Gobierno de Pedro Sánchez. La necesidad se impone y por tanto deben haberse acabado los tiempos en los que Madrid siempre encuentra un pretexto para esquivar las deudas y la desigualdad fiscal que tiene pendiente con Balears.

Para que los difíciles tiempos que se avecinan no causen mayor fractura ni desigualdad social, también será imprescindible que la oposición sepa estar en su lugar, exija una buena acción de gobierno, pero al tiempo tienda la mano y arrime el hombro para que los gobiernos de Madrid y Palma y los consells insulares puedan responder a las demandas de la población.