El Govern ha despedido el mes de julio con nuevos esfuerzos para intentar frenar los rebrotes de coronavirus localizados esta semana y desactivar la depresión económica provocadas por medidas extraordinarias ajenas , pero que inciden de lleno en los comportamientos sociales y laborales. La cuarentena impuesta por el Reino Unido a quienes lleguen a su territorio procedentes de España, ha sido un verdadero sablazo y una exageración por lo que respecta a Balears, un despropósito porque el Reino Unido registra una tasa de contagios muy superior a la del archipiélago.

Lo grave es que el mal ya está hecho. Las cancelaciones de reservas hoteleras se han producido en cascada y dan la puntilla a una temporada turística ya de por si muy limitada por el efecto anterior del coronavirus. Las negociaciones y los esfuerzos diplomáticos para levantar la cuarentena o establecer corredores aéreos no han logrado el resultado apetecido. Han abocado a la decepción y a la preocupación. Queda claro que las instituciones y las autoridades, en los distintos niveles de la administración, no han sabido estar a la altura del momento.

El control de la Covid19 exige seriedad y rigor. Las exageraciones ante él, tanto por defecto como por exceso, se vuelven contraproducentes. A estas alturas de la pandemia es evidente que no se puede infravalorar su efecto, pero tampoco crear alarmismo con medidas desproporcionadas.

Aún presentando una situación buena en términos generales, hay que tener presente que Balears vuelve a registrar dos decenas largas de focos de rebrotes. Hay turistas confinados en un hotel preparado específicamente para ello y el número de contagios vuelve a aproximarse. al centenar. No se puede permanecer de brazos cruzados ante ello. Si no se frena el crecimiento de la curva de contagios, el control de la situación epidemiológica estará en disposición de irse al traste.

El Govern reacciona complementando el uso universal de la mascarillas con un nuevo paquete de medidas que inciden de lleno sobre los hábitos personales, familiares y sociales. Las reuniones en espacios cubiertos quedan limitadas a quince personas y solo pueden alcanzar el doble de asistentes, como máximo, si se producen en el exterior. La "nueva normalidad tiene serias dificultades para responder a tal denominación. El verano, desde luego, no tiene nada de normal en Mallorca. El Plan de Medidas Excepcionales publicado el viernes impide en la práctica la celebración de todas las fiestas tradicionales y sus mismos actos religiosoas quedan muy limitados.

Todo ello en su conjunto significa que ha llegado el momento decisivo de la responsabilidad personal. No bastan las sanciones económicas previstas para controlar la pandemia. Será posible únicamente si el ciudadano asume como propias las disposiciones adoptadas y las aplica de manera permanente.

Un retroceso, es decir, un avance del coronavirus, sería letal tanto en el aspecto sanitario como económico y por tanto, también social. Es verdad que la temporada turística está prácticamente perdida, pero se hace imprescindible salvar la de 2021 y, por otro lado, hay muchas cosas esenciales que proteger de cara al otoño. Entre ellas, un curso escolar que en este momento permanece totalmente abierto y necesita equilibrar su valor docente con la conciliación familiar.