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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

La nueva normalidad (3): ¿Hacia dónde vamos?

Se suponía que la pandemia, aunque lentamente, se iría adaptando a la denominada "Nueva Normalidad". La realidad es que las consecuencias personales, sociales, económicas y políticas de la crisis de la Covid-19 ya han sido enormes y es probable que apenas estén empezando a resultar evidentes. La mayor parte de los gobiernos han demostrado estar peligrosamente mal preparados para la crisis, que ha dejado en evidencia profundas debilidades en los sistemas de salud pública y seguridad social, tanto en países ricos como en los pobres. El mundo experimenta uno de los mayores momentos de transformación.

Plantearnos después del duro confinamiento y el estado de alarma un camino hacia una "Nueva" Normalidad presupone tener claro de dónde venimos y donde pretendemos ubicarnos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Después de la crisis financiera del 2008, que desmanteló las bases de la sociedad del bienestar, hemos ido entrando paulatinamente en un nuevo período posmoderno donde impera la ideología neoliberal. Comienza a surgir la idea de un Estado del que se espera que haga unas funciones absolutamente auxiliares de legalidad, seguridad e infraestructuras. Pero sobre todo se dibuja un Estado que propague la ideología de mercado a todas las instancias sociales: la educación, la sanidad, las relaciones, la identidad y suma y sigue.

En la "Vieja Normalidad" asistimos a una expansión del papel del Estado en la economía, a una velocidad y a una escala sin precedentes en tiempos modernos. Irónicamente, pese a que se registran niveles máximos de polarización y falta de confianza en las instituciones estatales, muchos insignes preferirían y prefieren que el Estado emplee sus recursos para reactivar la liquidez empresarial, reducirles sus impuestos?. Tampoco es aventurado suponer que el aumento del gasto, la regulación, la provisión de liquidez y otras medidas de la pospandemia no se "compensarán" en contrapesos fiscales. En este escenario no hacemos ningún esfuerzo serio para reformar nuestras fallidas instituciones o resolver inequidades económicas y sociales que se han vuelto endémicas. No fortalecemos el papel del saber experto y de la ciencia en la toma de decisiones, ni procuramos reforzar la resiliencia de nuestros sistemas económicos, políticos y sociales. Nos limitamos a aceptar la polarización creciente y el colapso de la confianza pública.

La Covid-19, que sigue viva y coleando, no será, ni mucho menos, la última emergencia pública que nos salga al paso en este siglo. Hay coincidencia, aunque con matices, en que los Gobiernos deben asumir más responsabilidad y al mismo tiempo deben volverse más eficientes en dos áreas: la Sanitaria y la Socioeconómica.

¿Cuál es la situación sanitaria de Balears? La estrategia aplicada es clara: prioridad a la salud de los ciudadanos/as. Nuestra Sanidad Pública (Instalaciones, gestión, y personal sanitario) hasta ahora ha respondido adecuadamente. Seguimos con el riesgo de los contagios y de los rebrotes, sin que de momento podamos negar la posibilidad de una Segunda Oleada. Se tiene disponibilidad hospitalaria y también en las UCI, lo que no es óbice a la necesidad de ampliación y mejora de servicios y plantillas.

Y ¿nuestras perspectivas socioeconómicas? Nuestra actividad productiva se basa en el turismo (no sólo hoteles), cuyo modelo ha entrado en crisis: una oferta basada en el sol/playa y en los precios; con temporada alta intensiva casi al 100x100 de ocupación; con una mano de obra temporal/precaria de escasa cualificación. La pandemia ha desmantelado los indicadores básicos que parecían garantizar nuestros "éxitos" y nuestro bienestar: el crack de compañías aéreas relevantes que garantizaban nuestra conectividad; los esfuerzos e iniciativas para desestacionalizar la actividad productiva; la apuesta pública/ privada por la diversidad y la calidad, la estructura empresarial (pymes y autónomos) cuya capacidad de resistencia y adaptación es baja.

Dicho lo cual, tanto a nivel público como privado, se es consciente de que tal modelo a medio plazo (incluso a corto plazo) no era (ni es) competitivo ni rentable. Ahora es el momento de salvar los muebles que nos puedan garantizar una actividad turística que nos posibilite una ocupación y una contratación aceptable. Lo que sería inaceptable es plantearnos la "Nueva Normalidad" en base a la recuperación de los modelos productivos de la "Vieja Normalidad".

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