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Maternidades

La ilustradora Agustina Guerrero invita a sus lectores a un inesperado viaje

Tal vez no debería ser así pero a día de hoy lo es. La maternidad es uno de los ejes fundamentales en torno al que las mujeres construimos nuestra vida. Lo es cuando se ejerce y cuando se renuncia a ella, lo es por la carga biológica y emocional que impone, incluso si es elegida y planificada, y porque nos recoloca y nos etiqueta socialmente. Las mujeres sentimos el peso de la maternidad, y lo que conlleva. A veces de una manera muy sutil y en otras ocasiones de una forma asfixiante. Liberadas de la obligación de tener hijos, ser madre sigue siendo una cuestión vital para las mujeres.

Sobre la maternidad habla la ilustradora argentina Agustina Guerrero, de 37 años y afincada en Barcelona desde hace más de una década, en su último libro, El viaje (Lumen, 2020). Lo hace de una manera sorprendente e inesperada, dejándonos suponer que va a tratar de cierto asunto para, serpenteando entre una cosa y otra, acabar conduciéndonos a un espacio común compartido por dos amigas con experiencias diametralmente opuestas de la maternidad, en ambos casos de una intensidad hiriente para las protagonistas de la historia y para los lectores implicados.

"El viaje" es un tratado sobre la maternidad y la amistad, y sobre ese cuidado maternal que las buenas amigas tienen por costumbre dispensarse. Los dibujos de Guerrero, creadora del personaje de La Volátil, alter ego de la autora y un espejo en el que sus seguidoras se miran, aportan ligereza a un asunto, el de la maternidad, denso y peliagudo para muchas, casi todas las mujeres. En todas sus formas y expresiones, incluso en su ausencia, suele ser determinante para la mayoría de las mujeres.

Por alguna razón, con el tiempo casi todas las mujeres acaban convertidas en madres. Por supuesto de sus hijos, pero también de sus padres, de sus hermanos pequeños, de sus sobrinos, de los hijos de sus amigos, de sus propios amigos. Será instinto, pura biología, la llamada de la selva, siglos y siglos de educación, de aprendizaje sobre las relaciones. Será cualquiera de esas cosas y lo serán todas.

Se supone que las mujeres llevamos dentro un reloj biológico que se activa para recordarnos que ha llegado la hora de pagar a la madre naturaleza el tributo de la vida, entregándole hijos. ¿También los hombres escuchan ese tictac en su interior?

En nuestro acomodado mundo cada mujer resuelve la ecuación de la maternidad a su manera. En otros lugares y otros tiempos no ha habido posibilidad de elección. El acceso a los métodos de control y planificación de la natalidad ha sido decisivo para las mujeres en todos los aspectos, desde el sanitario hasta en su desarrollo profesional. Junto a la consecución del derecho al voto, quizá sea uno de los avances que más han contribuido a la emancipación femenina.

La maternidad trasciende el hecho biológico de parir y criar hijos, por eso aunque el cuerpo se libere de la obligación para las mujeres sigue siendo tan importante, una cuestión trascendental que es fuente de mucha inquietud y frustración. Ser madre duele y no serlo también puede doler. En ambas elecciones pueden encontrarse también muchas alegrías y satisfacciones.

Agustina Guerrero lo muestra en su libro, con sinceridad, enhebrando los episodios más emotivos con anécdotas, curiosidades, anotaciones, bromas y lirismo. Muchísimas mujeres han hecho, en uno u otro momento, ese mismo viaje hacia el interior de sí mismas que ella y su amiga protagonizan.

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