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Antonio Papell

La unidad en Europa

El pasado jueves, fue relevante la publicación en la prensa española de un artículo firmado insólitamente al alimón por Esteban González Pons, vicepresidente del grupo popular europeo; Javier Moreno, jefe de la delegación del PSOE en el Parlamento Europeo, y Luis Garicano, de la delegación de Ciudadanos, titulado expresivamente Unidos hacia la reconstrucción europea.

Poco antes, el Partido Popular español se había mostrado simpatizante del 'club de los frugales', grupo de pequeños países ricos del centro y norte de Europa „entre los que no faltan aprendices de paraísos fiscales„ que se oponen a cualquier forma de redistribución interna en la UE, a la mutualización del crédito y a la concesión de subvenciones a fondo perdido con cargo al presupuesto comunitario. Así lo había expresado el partido de Casado en las conclusiones a la comisión de reconstrucción que se ha celebrado en el Congreso de los Diputados: "hay que impulsar una mayor disciplina presupuestaria a nivel europeo", dice el texto del PP, que en varias ocasiones hace hincapié en la necesidad de "adoptar medidas para garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas". Es evidente que cuando el FMI a escala global y el BCE en su ámbito europeo de influencia reconocen la necesidad de estimular cuanto más mejor la demanda a corto y medio plazo para evitar que la recesión se consolide y reanimar unas economías heridas por la epidemia, la postura del PP favorecía las reservas de los ortodoxos, que hoy se oponen a la posición de los 'grandes' de la UE, empezando por Alemania y Francia „fue el eje franco alemán el que en una reunión entre Merkel y Macron propuso los 750.000 millones de ayuda„ y continuando por Italia y España.

Así las cosas, después de que aquí se le afeara a Casado esta posición tan poco patriótica en Bruselas (máxime cuando Rajoy, en sus seis años y medio de presidente del Gobierno en una etapa de crecimiento continuado, jamás redujo la deuda española en una sola décima de punto), resulta plausible y sorprendente esta alineación de los tres partidos centrales en una serie de criterios acertados, cabales y útiles. En primer lugar, los firmantes recuerdan que, un mes atrás, 505 de los 705 diputados del PE votaron a favor de un paquete de ayudas de dos billones de euros para mitigar el impacto social y económico de la crisis y avanzar hacia los objetivos de la Agenda Digital; quiere decirse, pues, que los escasos 500.000 millones son el mínimo necesario para una respuesta creíble de Europa al reto de la covid-19.

En segundo lugar, los firmantes aseguran que, dada la importante cuantía de la suma que se demanda, el PE marcará las preferencias del gasto, "qué proyectos específicos financiará el instrumento de Next Generation EU. El punto de partida no permite ninguna ambigüedad: se trata de financiar inversiones orientadas al futuro que aporten un claro valor añadido a la UE. En su núcleo deben estar el Pacto Verde y la transformación digital, para sostener y hacer más productiva la economía, mejorar su resistencia y crear puestos de trabajo, generar oportunidades para los jóvenes, reducir desigualdades, ayudando al mismo tiempo a la transición ecológica y a fomentar el desarrollo económico y social sostenible, incluida la autonomía estratégica de nuestro continente".

En tercer lugar, hacen referencia a la financiación. Los eurodiputados reclaman "nuevas fuentes de ingresos de toda la UE: nuevos recursos propios, en el lenguaje de la Unión [...] De lo contrario, vamos a trasladar las cargas a los futuros presupuestos, los que deberían financiar los sueños de las próximas generaciones [...] Nosotros tenemos que dejar a esas futuras generaciones de europeos una UE resistente, que prospere de manera sostenible y que no deje a nadie atrás". Para ello, será necesario introducir nuevos recursos propios en el próximo marco presupuestario 2021-2027 que está a punto de aprobarse. Estas ideas son las que ha desarrollado la ministra de Economía, Nadia Calviño, quien ya ha recibido el apoyo expreso de Merkel para presidir el Eurogrupo. Salga o no elegida, la propuesta contra la crisis parece tener la fuerza arrolladora del realismo y la voluntad.

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