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Sol y sombra

Circular sin chocar

Se habla ya de la España poscovid de "la nueva normalidad" que apadrina el Partido Popular, entre otras supuestas razones para conseguir los votos del PSOE a que aspira Núñez Feijóo. En circunstancias normales y en un país tan polarizado como este los sufragios de los electores habituales del PSOE solían rentabilizarlos los socialistas, pero actualmente no se sabe, puede llevárselos cualquiera que haga concebir esperanzas a un público residual que piensa y, por poner solo un ejemplo, no acaba de entender por qué la izquierda se ha echado, contraviniendo sus grandes principios, en manos de los nacionalistas que quieren pinchar la rueda del proyecto común.

No quiero decir con esto que la polarización no exista; existe más que nunca: la sociedad se halla dividida e incendiada por los fogonazos populistas que no solo provienen del populismo en sentido estricto. Pero es tan amarga y estéril la confrontación que puede haber alguien en algún momento dispuesto a bajarse de un caballo y montar otro. Para ello hace falta transigencia, Núñez Feijóo pertenece a esa clase de políticos calculadores y pragmáticos decididos a enterrar el hacha de guerra o, lo que es igual, simular que está enterrada para poder pescar votos en otros caladeros sin ofender excesivamente. Piensa que la virtud de la moderación se encuentra no en ser moderado sino en parecerlo y, para ello, no le importa convertirse en adalid de la renuncia. Si se busca el equilibrio probablemente habría que hacerle caso a Aristóteles en que demasiado valor es temeridad, y demasiado poco significa cobardía.

En la política ha florecido, a veces, una especie de posibilismo que consiste en intentar atraer la atención de ciertos votantes practicando la transversalidad. El problema es cuando, al cruzarse, uno se acerca mucho a los demás al tiempo que se distancia excesivamente de los suyos. Casado, al igual que Arrimadas, no sabe qué hacer. En realidad, aquí nadie sabe circular sin chocar de frente.

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