Acabamos de recordar la muerte de Pedro Zerolo, quien para todo el activismo LGTB español, pero, especialmente para los que militamos en el PSOE, es un referente fundamental para entender el avance en derechos del colectivo en nuestro país. Pedro era socialista porque era un activista de la igualdad y de la libertad, lo que de forma inalienable lo convertía en un hombre feminista. Pedro era un influencer de los derechos civiles, en el sentido más valioso que esa palabra puede tener: inspirar el cambio de la sociedad para hacerla más justa y contribuir a hacerlo posible.

Con su muerte no sólo perdimos un compañero en el camino de baldosas amarillas con destino más allá del arcoíris. En el PSOE, perdimos un referente de fuerza moral capaz de aunar la defensa de la igualdad de mujeres y hombres, y la de la igualdad de lesbianas, gais, trans* y bisexuales. Hoy hay quienes parecen estar afanadas en abrir una brecha, que puede ser irreparable, entre quienes defendemos los derechos LGTBI y la igualdad entre mujeres y hombres, como si ambas cosas fueran incompatibles.

La secretaría de Igualdad del PSOE ha difundido un documento bajo el título Argumentos contra las teorías que niegan la realidad de las mujeres con planteamientos que del todo ponen en cuestión un principio irrenunciable de la reivindicación de las personas trans*, y que nada más y nada menos, está recogido en leyes autonómicas de igualdad LGTBI, como la Ley 8/2016 de las Islas Baleares: la despatologización de la condición de las personas transexuales y transgénero, y la autodeterminación de la identidad de género. Cuestionar eso, le pese a quine le pese el calificativo, es transfobia.

Es transfobia plantear, como hace el documento, que sólo el hecho de "nacer con unas características corporales, biológicas y fisiológicas", "determina el lugar en el mundo" de las personas, que "a partir del mismo se construye y delimita el espacio que ocupan y cómo lo hacen", y que "determina los derechos y el grado de ciudadanía con el que cuentan". Lo es porque niega que las mujeres trans* estén sometidas a las desigualdades a las que el patriarcado somete a las mujeres, y por tanto niega que sean sujeto político del feminismo.

Eso, también según el documento, al menos que se sometan a un proceso de reasignación mediante un tratamiento hormonal y una intervención quirúrgica genital, hecho que distingue a las personas transexuales y a las transgénero.

Así, y sólo así, ellas, las compañeras trans acceden a la categoría de mujer (aunque, se planteen subcategorías que distinguen a las "mujeres biológicas" o "mujeres naturales" de las mujeres artificiales. Esto no lo dice el argumentario, pero, lo he podido escuchar de boca de referentes socialistas).

El PSOE ha sido el partido bajo cuyos gobiernos se han materializado los mayores avances para hacer real y efectiva la igualdad de lesbianas, gais, trans* y bisexuales. Lo hizo de la mano de Zerolo, pero, también de muchos otros hombres y mujeres activistas, también mujeres y hombres feministas que fueron quienes primero creyeron en nuestra causa, porque al fin y al cabo la LGTBI fobia, como la desigualdad de las mujeres, se fundamenta en el patriarcado y el machismo.

Pero, ahora que tenemos el gobierno más progresista de nuestra historia reciente, y justo en este mes del Orgullo LGTBI los planteamientos de este PSOE chocan de frente con las demandas sociales de nuestro colectivo. Y lo peor de todo, es que si simplificamos la ecuación, el planteamiento básico de ese argumentario ya lo hicieron otros: los niños tienen pene; las niñas tienen vulva. Y por ahí no.