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Trumpismo progresista

Se habla de una judicatura y una Guardia Civil guiadas por un espíritu insurreccional, y de un pobrecillo y legítimo Gobierno arrinconado

Turismo progresista

El argumento que subyace bajo todas las hermosas apologías del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, tiene una inequívoca inspiración trumpista: existe un Estado profundo que quiere desalojar a la izquierda (heroica) del poder. A veces tal argumento se expresa explícitamente; en la mayor parte de las ocasiones, se insinúa o se alude con las galas del patetismo. Y no es que se chichisbee que hormiguean jueces o guardias civiles empecinados en utilizan torticeramente sus cargos para practicar un golpismo de baja intensidad, es que se habla de una judicatura y una Guardia Civil guiadas por un espíritu insurreccional y un pobrecillo y legítimo Gobierno arrinconado. Al parecer ya no podemos vivir sin emociones fuertes, o quizás el Gobierno necesite de enemigos decididamente destructivos o tal vez - solo tal vez - algunos medios progubernamentales no conocen otra forma de comer al mediodía que vomitar por la mañana.

Cualquier periodista que haya cubierto tribunales sabe muy bien que los informes de la policía judicial suelen ser (digamos) ligeramente chapuceros. Lo que velozmente filtraron los colaboradores de Grande Marlaska es un informe inicial en la fase de instrucción de un proceso. No es ni puede ser - ni técnica ni procedimentalmente - la base sobre la que la autoridad judicial decide procesar a un investigado (antiguo imputado). Se trata de un modesto atestado policial y, tal y como señalaron ayer varios juristas, la jurisprudencia no concede al atestado policial mayor valor probatorio que la de una denuncia. No son pruebas. Si el juez sigue adelante las pruebas serán las declaraciones de los testigos, la documentación que pueda utilizarse, las grabaciones o registros telefónicos que pudiera (o no) existir. Lo realmente estúpido, indigno de un medio de comunicación que pretenda ser leído por personas adultas, es tomar un informe policial de carácter inicial y exploratorio y extraer errores e inexactitudes o, incluso, inventarlas, para su transformación instantánea de titulares amarillentos que inflen el relato de un gobierno asaeteado por la carcunda facistoide. Lo más parecido al fascismo que se puede detectar en este asunto es que un gobierno interfiera en una investigación que lo tiene como objeto, que se destituya a un general de la Guardia Civil porque no quiso trasladar el contenido de un informe sobre el que no podía contar nada, y que el malestar que estas inauditas presiones entre la cúpula del instituto armado desemboque en dimisiones y destituciones.

Caben sospechas razonables de que el pobrecito Gobierno se ha saltado la legalidad para obtener un informe ordenado judicialmente. El pobrecito Gobierno dispone de la amplia discrecionalidad que le concede el estado de alarma y está obsesionado por borrar a diario las huellas de su torpeza, su ineptitud y su estupidez. Porque es un pobrecito Gobierno, pero no un Gobierno pobre. En realidad es el único agente que actualmente maneja dinero, una cantidad obscena de dinero, el de una deuda que deberemos pagar duramente en el futuro, el dinero que le permite embadurnar con sus eslóganes las portadas de los grandes diarios españoles. Cuando los vi en el kiosco, desparramados como inocente pornografía, recordé lo de aquel parte final de la Guerra Civil. "Cautivo y desarmado el ejército de los medios amigos, enemigos y mediopensionistas, el Gobierno más progresista y amante de la libertad, el Gobierno que no dejará a nadie atrás, ha alcanzado finalmente sus últimos objetivos propagandísticos. El periodismo ha terminado?.

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