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¿Ahora o nunca? (parte 2)

Es el momento de la verdad para el cambio de modelo balear. De nada servirán más manifiestos, reflexiones ni buenas intenciones si no tomamos acción ya de manera coordinada y decidida, con valor, ambición y creatividad. Para ello, las Baleares necesitan un gran pacto político y social para reconstruir su modelo productivo desde los principios de sostenibilidad y resiliencia. Y esta vez no hablamos en términos medioambientales (aunque podríamos hacerlo). Las Baleares necesitan reconstruir una economía que sea sostenible en el tiempo y resiliente ante las adversidades que vienen. El factor ambiental será clave porque el cambio climático está aquí y no adaptar la economía y mitigar los efectos será un suicidio económico a medio plazo. El factor social será clave porque del compromiso de la ciudadanía depende el éxito de cualquier proyecto de esta envergadura.

Sabemos desde hace años que nuestra dependencia del turismo nos hace demasiado vulnerables. La crisis del Covid-19 ha sido una cruel confirmación. Sabemos también que nuestro sector estrella agoniza por su incapacidad de generar valor. La falta de competitividad y rentabilidad obligan a aumentar ad eternum el volumen para mantener los ingresos y el empleo. Los mantras de la diversificación y el valor añadido se van vaciando de significado a medida que se repiten sin aplicación. Ha llegado la hora de cambiar la fórmula.

La Organización Mundial del Turismo dijo hace unos días que la crisis en la que nos encontramos "ofrece una oportunidad singular para la reflexión y la reorganización con el fin de crecer de una forma que sea mejor para el planeta y para las personas". Más cerca de casa, Antoni Riera, de la fundación Impulsa afirma que es evidente "la necesidad de formular una estrategia integral que en el tránsito hacia una nueva normalidad vele por la salud pública, la viabilidad empresarial y la efectividad del gasto público". El GOB, Amics de la Terra y APAEMA (entre otras muchas) afirmaban en un reciente manifiesto que "ahora es el momento de cambiar de rumbo y construir conjuntamente las bases para una nueva manera de vivir en estas islas". El Cercle d'Economia llama a "prestar especial atención a la necesidad de reconstruir nuestra economía de forma responsable, atendiendo a criterios de sostenibilidad económica, medioambiental y social. La transición ecológica es tan urgente hoy como antes de la fatídica aparición del Covid-19 y la necesidad imperiosa de recuperar cuanto antes la senda del crecimiento no puede minar el proyecto de construir una industria turística y por tanto una economía más competitiva y más sostenible".

En el reciente Plan autonómico para la reactivación y transformación económica y social de las Islas Baleares, presentado por el Govern de les Illes Balears, podemos leer en la introducción: "Ante esta nueva realidad, el reto es doble, por un lado, es necesario hacer frente a la emergencia sanitaria y definir medidas a corto plazo, para afrontar los efectos inmediatos, sobrecogedores y agresivos que nos ha dejado la pandemia; por otro lado, hay que incidir en medidas a medio y largo plazo, con el objetivo de hacer una sociedad más sostenible, justa y resiliente". Resumiendo, en palabras del colectivo Alternatives, esta crisis "no puede suponer un retorno a la situación previa de monocultivo económico y desequilibrios sociales".

Parece que hay un consenso amplio entre instituciones y entidades de sectores muy diversos, con pensamientos políticos incluso divergentes, en que debemos aprovechar el reset de nuestro modelo económico, para buscar una alternativa más viable, sostenible, justa e incluso rentable. Ahora es el momento de construir (¡entre todos!) esa alternativa.

Necesitamos un espacio de diálogo público-privado con representación plural y multidisciplinar donde se fomente el pensamiento convergente, creativo y valiente. Solo así podremos consensuar una estrategia sólida y viable a corto, medio y largo plazo. Solo así podremos construir el proyecto común que necesitamos en las Baleares para superar la estéril polarización en la que estamos sumidos desde hace décadas. Ese proyecto no debe ser una carta blanca al crecimiento a toda costa como querrían algunos, tampoco una vuelta romántica a un modelo preindustrial como querrían otros, pero tendrá que contentar a todos. Tendrá que utilizar palancas como el turismo y la construcción para activar sectores como la agricultura, la innovación, la cultura o la sanidad.

Se trata de soñar en grande y crear un proyecto ambicioso que sitúe a las Baleares como referencia mundial de buenas prácticas. En el mundo que viene, donde la sostenibilidad no será una opción sino una necesidad, si aprendemos a resolver los problemas de nuestro pequeño microcosmos, encontrando el terreno común entre ecologistas y empresarios, podríamos hacer de nuestras islas un referente mundial y un polo de atracción del nuevo turismo y de la inversión estratégica sostenible que necesitamos. El problema es que de momento no nos hemos atrevido como sociedad ni como sistema a imponernos los sacrificios que harían falta: a ser más eficientes y creativos, a superar nuestras diferencias y a exigir en políticas y estímulos económicos condiciones sine qua non de sostenibilidad.

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