Nicholas Taleb en su libro El cisne negro; el impacto de lo altamente improbable explica cómo -en nuestro mundo actual, interconectado, complejo y extremo, en el que la información circula a toda velocidad y en todas las direcciones- es cada vez más posible encontrarnos con un cisne negro en el camino. Y ese evento puede cambiar nuestra vida.

Los grandes cambios no se ciñen a un plan preestablecido y lo único cierto es que no hay nada cierto, que el pasado no explica lo presente y mucho menos es capaz de prever el futuro. Y, a medida que el mundo se hace más complejo y global, aumenta la cantidad de cisnes negros siendo, probablemente, el Covid-19 el último que se ha cruzado en nuestro camino.

Si aceptamos que el Covid-19 es un cisne negro -y que supone un cambio de paradigma- veamos, gestionemos y adaptemos las oportunidades que nos ofrece, para incorporarlas rápidamente al plan de reactivación.

Parece que las medidas de seguridad,. tanto en prevención como en salud pública, han venido para quedarse, y esto afectará a nuestra forma de relacionarnos socialmente, a la manera en que consumimos, en como trabajamos, a los procesos de producción e incluso a los derechos de ciudadanía.

Prevención en los centros de trabajo, los equipos de protección individual pasan a ser imprescindibles en todas las profesiones, la desinfección y evitar contacto directo con las herramientas de trabajo, díganse llave inglesa o teclado de ordenador, será la norma.

Socialmente, se tendrán que evitar aglomeraciones y eso puede afectar a la manera de festejar nuestras tradiciones, pero también en como disfrutamos nuestro ocio y en como nos relacionamos en los espacios públicos.

Con toda probabilidad afectará a las ratios en los colegios, en las residencias, en la sanidad pública, pero también en el transporte colectivo, sea este aéreo, marítimo o terrestre. Consumir presencialmente implicará medidas de seguridad en el acceso a los establecimientos, pero también en las formas de compra.

Todo esto es fácil de deducir porque ya lo estamos viendo, incluso antes de que acabe el confinamiento, pero lo que debemos identificar son los cambios profundos, las corrientes de fondo que nos van a situar en un escenario completamente diferente al que estábamos antes de iniciarse la pandemia, el verdadero cambio de paradigma; identificarlo nos sitúa en ventaja porque nos despejará antes las incertidumbres ya que el peor enemigo que tiene nuestra sociedad es el miedo, y la incertidumbre es su alimento preferido.

Estas corrientes de fondo, que vienen cobrando fuerza de un tiempo a esta parte, son -entre otras- la digitalización y el clima y, probablemente, serán los elementos que configuren la ruta sobre la que caminen los cambios transformadores del siglo XXI. Pero, en este momento, lo verdaderamente importante es la construcción de las infraestructuras necesarias para esta transformación y anticiparse en la transición, al objeto de garantizar que no queda nadie en el camino, porque esta ruta puede tener varias direcciones: una hacia la sostenibilidad, con una sociedad inclusiva; u otra con una deriva economicista y ultraliberal que genera una sociedad desigual.

Debemos recordar que tenemos un riesgo cierto, si después de una salida en falso de la crisis financiera del 2008, erramos en la salida de la crisis del Covid-19 y dejamos largas colas de personas en las oficinas de empleo y en los comedores sociales, triunfarán los discursos populistas y un nuevo fascismo recorrerá el mundo.

Aprovechemos el haber detectado el cisne negro para despejar incertidumbres y generar confianza y certeza en la construcción de un nuevo modelo económico y social.

*Secretario General CCOO Illes Balears