Cuando se habla de la incidencia que va a tener la pandemia sobre el turismo en el corto plazo y con toda la incertidumbre, se ha de basar en los parámetros actuales y también en las fases previstas. Es evidente que sabemos poco si la flexibilización que se está poniendo en marcha va a ser exitosa incluso a días vista. Es más, es normal que pueda existir un cierto pesimismo, ante el déficit observado de distancia social, uso de mascarillas y ya no hablemos de carencia de test generalizados y sistemas de detección por móvil. Dicho esto y dadas las mejores cifras de Balears, hay que plantear seriamente las posibilidades de que una situación que será negativa no se convierta en muy adverso, partiendo siempre de la realidad actual que es, en verdad, la que conocemos

Unos pocos datos conocidos nos permiten situarnos. Solo el 15% del turismo a Balears es español. Sin duda el menor porcentaje de cualquier zona turística española. Sin olvidarlo, poco margen de actividad, pues, con el turismo doméstico. En cuanto a la participación del sector turístico en el PIB balear hay que sumar primero el efecto directo que se sitúa entre el 25% y el 27%. Es decir, él de aquellos sectores que perciben ingresos directamente en mayor (hostelería) o menor (farmacia o prensa, p.ej.) medida del gasto que realizan los turistas. Alrededor del doble de lo que le ocurre a la economía española.

Estos sectores citados adquieren bienes y servicios en empresas de las islas desde productos agrícolas hasta servicios jurídicos. Exceltur, en su estudio Impactur referido a Balears, calculaba que se alcanzaba un 45% del PIB balear, es decir, un efecto indirecto de alrededor del 20% que lógicamente se suma al directo. Pero esto no es todo, porque trabajadores y empresarios de estos sectores gastan parte de sus salarios y beneficios en empresas de Balears. Es lo que llamamos el efectos inducido que es de difícil cálculo, pero que lógicamente nos situaría el efecto total muy por encima del citado 45%. He aquí las consecuencias decisivas de un importante declive del turismo.

Ante esta perspectiva, habrá que acudir a la solución pasiva expresado como solidaridad española como afirma el Decano del Colegio de Economistas. Al ser presuntamente la comunidad autónoma en peor situación, es asumible que Balears demande una solidaridad basada en la que tantos años ha desarrollado hacia el resto de España. Será necesaria, por tanto, una contraprestación en base a ERTE -que en el caso del turismo deberían continuar hasta finales de año-, subvenciones directas, créditos blandos, etc. El hecho de que esto vaya a ser imprescindible no puede relegar una apuesta nítida por las políticas activas que faciliten en lo que sea factible la actividad turística durante la próxima temporada alta. Existen señales evidentes de que subsistirá una demanda internacional de turismo en especial a Balears que se manifiesta en las voluntad de los operadores que son los más interesados.

Hay que poner todos los medios de seguridad sanitaria que den confianza a los potenciales clientes en un contexto competitivo de países como Grecia y Portugal que han situado sus cifras de pandemia en niveles relativamente bajos. Se han de potenciar desde instrumentos europeos, como el distintivo de zonas verdes que sanitariamente pueden emitir y recibir turistas, hasta los propios de los medios de transporte y establecimientos turísticos. En consecuencia, reconociendo la gravedad de la situación para todo el año hay que minimizar sus efectos sobre la economía real. Aunque sea solo por la imagen, poco ayuda la reciente cuarentena a los que llegan del extranjero

A mayor plazo las previsiones de las instituciones de más solvencia y prestigio, señalan que el año 2021 la economía se recuperará hasta el 80% de lo perdido en el 2020, y pueden ser las zonas turísticas, con sus importantes efectos multiplicadores citados, protagonistas destacados en esta recuperación. Pero también esto está sometido a las exigencias que nos imponga una recaída sanitaria o un retardo en la vacuna y con seguridad por los efectos del endeudamiento desmedido de las cuentas públicas. Si ante este déficit el Banco Central Europeo no consigue con su política expansiva controlar la prima de riesgo, el recurso al fondo de rescate será ineludible. Si este déficit contiene o se le añaden déficits más estructurales producto, por ejemplo, de un necesario ingreso mínimo vital no desincentivador, no puedan ser financiados como pretende en resumen el tribunal alemán.

* Profesor Emérito de Economía Aplicada