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Juan Gaitán

La hora de la gente

Acaso estar encerrado y no tener más visión del mundo que el mundo que cabe en las ventanas nos acabe dando una perspectiva más amplia, más diáfana, aunque ello no signifique más optimista. Uno de los posibles escenarios es que cambie el escenario. El coronavirus tiene el potencial de convertirse en endémico y "no irse nunca", según nos ha hecho saber Mike Ryan, director de Emergencias Sanitaras de la Organización Mundial de la Salud. O sea, que cabe en lo probable que el coronavirus haya venido para quedarse y cambiar el curso de la historia. Pudiera ser, sí, que estemos exactamente en la casilla de salida de una nueva era, que no tiene por qué ser mejor que alguna de las anteriores.

Esto no es nada extraño. El mundo nunca fue un lugar estable. La vida de las sociedades es en realidad un equilibrio dinámico que, de vez en cuando, se rompe y no queda más remedio que construir un mundo nuevo. Es bastante probable que estemos en esa situación y esta crisis nos lleve a un gran cambio histórico. Los grandes cambios históricos no se producen por una sola crisis, sino por una concatenación de ellas que, a modo de oleaje, finalmente, acaban con una civilización. Y es probable que la pandemia solo sea la primera ola de la serie. Seguramente, a la crisis sanitaria se le sume la económica, y a esta una social, y una política?

La sensación de que todo pasará, la tan repetida frase de "cuando esto acabe", trata de sembrar esperanza, pero quizás sea una forma de autoengaño. ¿Y si no pasa? Pensar que es un hecho aislado y transitorio, sin más eslabones subsiguientes y, por otro, creer que va a resolverse en un tiempo razonable es, a día de hoy, un modo de fe, una forma de "pensamiento mágico" propio de una sociedad altamente infantilizada que creyó que todo iba a ser ya para siempre rápido, fácil y gratis.

Pues seguramente no va a ser así y tendremos que madurar. Ahora que todo el mundo piensa que es la hora de la ciencia, y que ella debe dar respuesta, quizás deberíamos afrontar que en realidad es la hora de la gente, que si esto ha venido para quedarse tendremos que organizarnos porque vamos a tener que vivir de otra manera. Pudiera ser, sí, que estemos exactamente en la casilla de salida de un nuevo tiempo y sea el momento de diseñar el futuro. Y no debemos dejarlo en manos de nadie. Ni en las de cualquiera de todos y cada uno de los dioses únicos y verdaderos, ni en las de la ciencia, ni en las de ninguno de posibles salvadores que, una vez más, prometan lo que no tienen.

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