Diario de Mallorca

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Desde que fuimos conscientes de lo que supone la pandemia del coronavirus, es decir, cosa de dos meses después de que comenzase a salir de China la enfermedad, todos los días los periódicos abundan en cifras. Parece como si en el transcurso de una sola fecha, la del 8 de marzo, pasásemos de la feliz ignorancia a la necesidad compulsiva de contar infectados y muertos. Voy a recoger los datos oficiales que corresponden por lo que hace a España al día en que se escribe esta columna: 228.030 contagiados, 26.920 muertos y 138.980 curados, aunque no se sabe muy bien lo que quiere decir este último término, si significa que no pueden volver a infectarse ni lo que, de ser así, les durará la inmunidad. Aunque hay que dar por seguro del todo que esos números valen lo mismo que cualquier otro que se nos ocurra.

Por poner un ejemplo, la universidad de Oxford y el Instituto Catalán de la Salud han hecho público un estudio que calcula la mortalidad del Covid-19 en nuestro país situándola en un 4%. Pero, si fuese así, los doscientos mil y pico infectados habrían dado lugar a poco más de 9.000 muertos mientras las cifras oficiales hablan del doble. Lo que quiere decir que, o bien los universitarios de Oxford y Cataluña han hecho mal los cálculos, o lo que sucede es que hay muchísimos más contagiados de los que nos dicen desde las alturas. Para acabar de liarla, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha considera que en esa comunidad autónoma hay más del doble de fallecidos a causa del coronavirus de los que dicen los números oficiales. La razón de tan elevado contraste la relacionan los jueces con el propio concepto de "causa", así que han ordenado que las certificaciones médicas de defunción no incluyan la causa inmediata de la muerte „al fin y al cabo todos morimos porque el corazón se para„ sino la inicial o fundamental que lleva a la tumba, obligando que incluso los casos sospechosos de coronavirus se cuenten como casos confirmados.

Pero, en realidad, ¿qué más nos darán las cifras si no podemos creernos ninguna de ellas? El lunes de esta semana oí por la radio la pregunta que le hacía al ministro de Sanidad un periodista, extrañado por el hecho de que en Madrid hubiese habido exactamente el mismo número de nuevos casos y de muertes tanto el sábado como el domingo. La respuesta obvia es que quien tiene que dar los números se tomó libre el fin de semana y repitieron los datos del día anterior. La respuesta, en cambio, fue todo un alarde de esa práctica que se conoce como echar balones fuera. El ministro detalló la manera como su departamento hace las cifras diarias: sumando las que les llegan desde cada Consejería de Sanidad y sin hacer preguntas impertinentes. De eso se trata. De que nos volvamos de una vez por todas de letras y dejemos de preocuparnos por las cifras que no cuadran.

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