Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Díaz Ayuso, el espejo roto en el que se mira Pablo Casado

Las fotos de la presidenta de la Comunidad de Madrid publicadas el domingo plasman, sin necesidad de adicionales comentarios, el fiasco sin límites del modelo de gestión del PP

La consciente, desastrosa, gestión clientelista y ultraliberal del PP en Madrid, diseñada para esquilmar la sanidad pública (también la educación) al servicio del modelo de privatizaciones sin tasa, ha entrado en barrena zarandeada por la pandemia de la COVID-19. Lo sucedido en las residencias de mayores, por los que ha pasado, sin asomo de piedad, un angel exterminador, es lo más dramático de décadas de incuria, en las que la gobernanza del PP ha hecho tabla trasa de políticas sociales, sanitarias e, insistamos, educativas. Preguntarse porqué, entonces, el PP ha ganado holgadamente las sucesivas elecciones, y, en las últimas, la triple derecha se ha impuesto a las izquierdas, ocupadas en su inacabable guerra intestina, sigue sin obtener respuesta, aunque conviene conocer, siquiera sea superficialmente, cómo se abreva el electorado madrileño, cuál es su peculiar modo de entender las cosas y la extendida percepción que tiene de ser, ahí es nada, el alfa y el homega de las Españas. La derecha, en especial el PP, ha exprimido ese abundante caudal de votos. El populismo desaforado, comprado con entusiasmo por una mayoría del electorado madrileño (no todo, desde luego), ha hecho posible el estrago al que se está asistiendo.

Lo que no podía esperarse, sin embargo, es que una absoluta inútil (siempre en téminos políticos), como es el caso de Isabel Díaz Ayuso, fuese aupada a la presidencia del Ejecutivo regional por decisión personalísima de Pablo Casado, surgido de la misma factoría aznarista, con la anuencia entusiasta de Ciudadanos del caído por méritos propios Albert Rivera y la asistencia imprescindible de la ultraderecha de Vox, de la que tan cercanos se sienten el presidente del PP y la presidenta madrileña. Claro que todo tiene sus propios límites. Es una ley física inmutable hasta hoy, cuando se vuelve a especular si el Universo es infinito y crea, al expandirse, su propio espacio. Preguntémonos si los tiene, límites, el obsceno populismo ultraliberal que en Madrid practica el PP. Puede parecer que, en el peor de los casos para su llamémosle proyecto, se desconocen. Pero lo ocurrido el domingo sí evidencia que el esperpento por alguna parte empieza a desmontarse. La impresionante colección de fotos de Isabel Díaz Ayuso publicadas por El Mundo, diario que no oculta en modo alguno sus complacencias por el PP y la presidenta madrileña, acompadas de una profunda animadversión hacia el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, han convertido lo que debería haber sido un ditirambo al uso en un enorme fiasco. El favor se ha trocado en pavorosa puñalada trapera. Basta contemplar la foto de la portada del diario, en la que Ayuso posa, arrobada, en pleno éxtasis, en un mal remedo de los pasos de las incontables vírgenes de la Semana Santa, para cerciorarse de que nos las vemos con una política que es estrictamente un fenomenal fiasco, el espejo roto en el que se mira Pablo Casado, al que, una a una, sus apuestas estratégicas le salen en la actual fase de la pandemia rematadamente mal.

Mariano Rajoy aseguró, en cierto recordado mitin electoral celebrado en Palma, que quería hacer cuando gobernarse lo que Jaime Matas estaba llevando a cabo en la Comunidad Autónoma balear. Las palabras son aire y van al aire, versó el poeta, solo que algunas quedan indeleblemente marcadas a fuego. Casado impuso a Ayuso. Le concierne la responsabilidad política, que tan presto exige al Gobierno de la nación, por lo que ha acontecido en Madrid. Lo de las residencia pasará onerosa factura. De momento ya hay denuncias en los tribunales contra la presidenta madrileña y sus acólitos. Ciudadanos traga y Vox recogerá satisfecho, sin mover un dedo, exabruptos aparte, la cosecha de la simiente sembrada con tanta irresponsabilidad como cinismo.

Compartir el artículo

stats