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Luis Sánchez Merlo

La montaña y el ratón

La Comisión para la Reconstrucción Social y Económica de España tras la Covid-19, compuesta por 46 diputados, ya tiene presidente, el socialista Patxi López, ("Vamos a ver Pedro ¿sabes lo que es una nación?") y vicepresidente, Enrique Santiago, actual secretario general del Partido Comunista de España.

Con reputado talante de negociador y exiguas credenciales académicas y laborales (no en vano lleva desde los 16 años en política), el presidente elegido arrancó el mandato con un discurso conciliador, centrando la tarea en buscar soluciones a las previsibles consecuencias de la crisis.

Advirtió de que esta comisión no puede ser un "órgano de control del gobierno"; los ciudadanos, dijo, esperan que Gobierno y oposición busquen juntos "una salida social y económica".

La iniciativa del Gobierno de pactar unos segundos Pactos de la Moncloa (inspirados en los de 1977, con el profesor Enrique Fuentes Quintana a la cabeza), con grupos políticos, agentes sociales y Comunidades Autónomas, para la reconstrucción del país tras la pandemia del coronavirus, se ha quedado, como quería la oposición, en una comisión parlamentaria en la que anida ex ovo el germen del enfrentamiento.

El presidente del gobierno, pensando en Bruselas, no tuvo más remedio que dar su brazo a torcer y su primera reacción ha sido replicar con el ticket que pastorea la comisión. Todo un anticipo del artificio imaginado para dar una salida a la triple crisis: sanitaria, económica y social.

El diseño italiano de respuesta a la crisis devastadora es de naturaleza totalmente distinta, como corresponde al consabido pragmatismo transalpino, al haber nombrado el Gobierno un dream team, integrado por 17 expertos, con Vittorio Colao, MBA de Harvard y ex CEO mundial de Vodafone, al frente.

Un equipo transversal, con profesionales de distintos ámbitos: tres altos directivos, tres economistas, dos sociólogos, un psicólogo, un psiquiatra, un físico experto en innovación, un especialista en empleo, un abogado, un comercial y un experto en discapacidad.

La comisión española, un ejemplo más de la bulimia de los partidos, está teñida de intención política y lo lógico debería haber sido encomendar la tarea, no a políticos, sino a verdaderos expertos en lo suyo, como han hecho en Italia.

Diecisiete españoles, "¡dialoguen, ustedes que pueden!", que bien podrían ser: A lfredo Lafita, Alfredo Sáenz, Ángel Corcóstegui, Antonio Fernández-Galiano, Isidre Fainé, José Antonio Marina, José Ignacio Goirigolzarri, Josu Jon Imaz, Juan Entrecanales Azcárate, Juan Roig, Luis de Carlos, María Dolores Dancausa, Matías Rodríguez Inciarte, Rodrigo Echenique, Javier Gomá, Pablo Isla, Valentín Fuster.

No parece, pues, un buen comienzo el de la comisión sin economistas, escaparate de rencores y ajustes de cuentas, en la que resulta inaudito que un partido como Podemos, con 35 escaños, tenga representación en esta comisión y Vox, con 52 diputados, no la tenga.

Así que esto no ha hecho más que empezar y los criticones ya están piando que colocar al frente de esta encomienda a alguien que no tiene ni idea de economía, es como poner a un fontanero de ministro de ciencia y tecnología.

Los trabajos se centrarán en cuatro bloques temáticos: reforzamiento de la sanidad pública; reactivación económica y modernización del modelo productivo; fortalecimiento de los sistemas de protección social, mejora del sistema fiscal y posición de España ante la UE.

El plazo establecido para elaborar el correspondiente dictamen, con propuestas que deberán traducirse en normas, leyes o modificaciones de las ya existentes, es de dos meses. Parece mucho arroz para tan poco pollo.

Las expectativas se han disparado y hay quien exige que uno de los primeros trabajos de la comisión debería ser explicar por qué, con los millones de parados que tenemos, no hay 150.000 españoles dispuestos a recoger la fruta de temporada.

Otros, menos contentadizos, preferirían que la primera recomendación de la comisión fuese la destitución inmediata de la ministra de Trabajo como medida preliminar para preservar el tejido empresarial de España.

Durante su funcionamiento, la comisión puede llamar a expertos en el tema que se debata, como sucede en las comisiones del Congreso o del Senado. De ahí que resulte imprescindible contar con personas equipadas con galones, experiencia y tiempo disponible y un bagaje indiscutible de éxito y prestigio en lo suyo.

Su contribución, de manera a pergeñar soluciones de aplicación específica en nuestro país (que afronta uno de los periodos más crueles e inciertos de su historia reciente), podría levantar la alicaída moral de los ciudadanos,

Lo que sea preciso, con tal de que no se repita lo que los más escépticos temen y es que la comisión sea más inútil que el cenicero de una moto y se convierta en la coartada para diluir responsabilidades y salvar a este Gobierno, mediante el reparto de culpas.

Algo así como el viejo refrán del escritor latino Horacio: " Parturiunt montes, nascetur ridiculus mus". La montaña que parió un ratón.

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