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Alex Volney

Cien años de payasos

E l 28 de abril de 1919 se aceptó por parte de las potencias europeas ganadoras de la Gran Guerra el proyecto de W.Wilson, presidente norteamericano, la creación de una sociedad de Naciones. Pretendía la creación y consolidación de un organismo internacional encargado de arbitrar los conflictos entre estados. De todo el mundo es conocido lo que iría sucediéndose en los decenios posteriores. En un principio se pretendía garantizar un nuevo orden político mundial y los miembros firmantes se comprometían a auxiliarse en caso de guerra y sobre todo reconocían el arbitraje del Tribunal de la Haya. En el aire quedó la manera de imponer castigo a aquellos que violasen la paz. La Sociedad de Naciones en blanco dejó ese capítulo que el amanerado de bigote cuadrado no tardaría en rellenar.

En 1914 debuta Charlot. Más tarde en 1919 Charles Chaplin fundará la UNITED ARTISTS. En esas fechas y sus alrededores, se iban creando los diferentes fascismos. El mismo año 1919 se contabilizaron en España unas 250.000 personas muertas por la gripe que había empezado con fuerza en Catalunya y con temible incidencia en su capital, Barcelona. Se habían suspendido las clases el 3 de octubre de 1918 y se tardó mucho a volver a la normalidad. Algunas conductas políticas nos recuerdan que, en algunos aspectos, nos encontramos lejos de donde estábamos entonces. Otras nos sugieren que no nos vengamos tan arriba, que algunas veces incluso se tiende a la involución. Si alguien repasa fechas clave de este país hace un siglo puede encontrarse sorpresas. Solamente el 27 de agosto de 1919 se indultaron a 6.000 personas. Hoy vivimos instalados en el sectarismo y la dogmática de los nacionalismos más carcas, empezando, como no, por el español. Repasando los datos, ¿alguien con dos dedos de frente, se atreve a lanzar máximas de como se debiera haber actuado o cómo se deberá actuar si repetimos este terrible episodio? La ciudad de Nueva York iguala en muertos al Estado Español y los mismos que llevan pregonando los recortes en todo aquello que ha de ser universal, o que al menos nos iguala ante la muerte, son los que más se atreven a cultivar la torticera predicación.

El juicio de la historia es implacable. Claro. Pero es la inmediatez lo que cuenta, el rédito rápido y la calumnia, el juicio de la historia suele llegar mucho más tarde. Cuando llega la cruz gamada ya casi nadie se acuerda del asesinato de Rosa Luxemburgo. Mann, Däubler, Werfel, Zweig...pasan a mejor vida en el paraninfo de la literatura para ser rescatados...casi un siglo más tarde! La historia juzga, sí, pero mucho más adelante. Azaña en el exilio lo tenía claro, único error: "haber dado libertad a los liberticidas". Hoy no están en libertad, los liberticidas, algunos están en el Congreso. Sí, y en tu casa en forma de fakes a toda hora y en las literas de tus críos, cabalgando por la red con toda la impunidad de la libertad de expresión que ellos mismos aborrecen y siempre han perseguido. Y cuando en contra argumentan, enseguida sale un payaso con chándal en Venezuela. Vaya tela. Como si aquí nos chupáramos el dedo. Además, hay payasos y payasos.

A principios de año la editorial Pepitas de Calabaza editó El nacionalismo como fuente de beneficios de Rudolf Rocker, brillante visionario alemán de origen judío que ya nos deleitó en su precisa La tragedia de España un gran conocedor de los hechos reales de la última contienda civil y además de la guerra civil europea de 1914 a 1945. Murió exiliado en Estados Unidos. Más recientemente y antes de nuestro abortado Sant Jordi la fabulosa editorial catalana, Adesiara, puso en nuestras manos L'anticrist de Joseph Roth en traducción de Pilar Estelrich. Parece que los editores antes y después del Covid-19 van empeñados en insinuarnos alguna coincidencia. ¿Seremos mal pensados o mejor atenderemos a las redes con su aleatoria bazofia?

Cuando estos hablan de libertad es fácil recordar que también hace un siglo justo de la fundación del autodenominado Sindicato Libre. En abril de 1920 también se producían choques entre judíos y árabes, que cosas! Suerte que los padres del Dadá entraron en escena casi al mismo tiempo que Irlanda quedó dividida en dos. Entonces, Charles Chaplin reinaba en las pantallas, monarca de los payasos que puso un gran precedente en ese colectivo. En sus artículos de principios de siglo, el gran Joseph Roth había dejado bien retratado a nuestro viejo continente. Entre muchos otros tuvo el gusto de homenajear al "Desconocido payaso de Barcelona" que hacía reír a los niños, en los refugios, durante los bombardeos alemanes e italianos, acabando de perder la casa, un padre o una madre y al mismo tiempo que silbaba la muerte sobre sus cabezas. Llevaba consigo su herramienta de trabajo, su atuendo y todo su arte. Hoy, dramáticamente los queridos y simpáticos payasos anónimos, por motivos obvios, han visto menguar su capacidad de amenizar el sufrimiento en los hospitales.

Como pasa siempre, en estos casos, algunos han aprovechado el fácil y tópico intrusismo laboral y se han tomado las comparecencias del Presidente Sánchez como un auténtico circo. No hay nada que dé más grima que el falso payaso, un mimo sin gracia o ese sueldo fácil que es refugio de aquellos que a diario cobran por insultarnos, ofendernos y mancillar el honor de nuestros muertos. Tanto en chándal o corbata, hay payasos y payasos.

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