La percepción de las empresas de Baleares es distinta de la de hace tan solo unas semanas, ya que el 87% de sus directivos han calificado la situación actual como mala o muy mala, y mantienen esta valoración para los próximos 12 meses, previendo que irá incluso a peor un 68%, según la tercera edición del sondeo Perspectivas 2020 de la empresa española ante el Covid-19 realizado recientemente por KPMG y CEOE.

Así, todos los empresarios baleares prevén una disminución de la facturación en 2020 y un 88% asegura que disminuirá su inversión y tendrá que reducir sus plantillas, mientras que casi la mitad reducirá sus planes de internacionalización y para casi el 70% de los empresarios los ratios de liquidez de tesorería y la continuidad de negocio son las áreas de negocio más afectadas, mientras que el cumplimiento de contratos es señalado por el 49% de los encuestados como uno de los ámbitos que acusan un mayor impacto de la crisis.

En el ámbito laboral la crisis ha tenido un fuerte impacto sobre el empleo. El 87% de los empresarios revela que ha aplicado ERTE por fuerza mayor y el 63% de los empresarios baleares anticipa una reducción en la compensación general total en 2020, a lo que se añade que un 26% revela que introducirá modificaciones en la retribución variable de plantilla y directivos este año.

La alta importancia del sector turismo, uno de los más afectados por la crisis, en el tejido empresarial balear se pone de manifiesto en las previsiones de los empresarios de la región, considerablemente más negativas que las aportadas a escala nacional. La actividad ha quedado casi paralizada, lo que justifica la cifra de ERTE presentados y que la continuidad de negocio sea considerada una de las áreas más afectadas. Un 87% de las empresas baleares ha reducido a menos del 10% su actividad durante la emergencia sanitaria

Aunque en estos momentos ya se han establecido las pautas para las fases de desescalada habrá que ir viendo el cumplimiento de las previsiones sanitarias y una vez llegados a la nueva normalidad, como se ha venido en denominar, nuestra actividad inmediata quedará condicionada al devenir de dos grandes incógnitas que son la reapertura de nuestros aeropuertos y puertos y lo que es más determinante, la reapertura de las fronteras interiores de la Unión Europea y la iniciativa y capacidad de las aerolíneas para volver a volar a las islas desde los mercados emisores tradicionales, en condiciones de seguridad y confianza sanitaria.

Muchas compañías tendrán que reformular sus modelos de negocio y reconstruir sus cadenas de valor para ser más resilientes y colaborativas, teniendo que reforzar sus sistemas de gestión de riesgos ante los diferentes escenarios potenciales; buscar nuevas maneras de producir o gestionar y hacer llegar sus productos y servicios, e impulsar aún más sus capacidades digitales, el teletrabajo y sus planes de continuidad y de futuro.

Muy pronto llegará pues el momento de mostrarse, con comunicación y liderazgo, visibles ante los empleados y cercanos a los clientes. Serán tiempos de seguir innovando más que nunca y sobre todo de evolucionar en la estrategia de producto, modelo de negocio y de presentación ante un cliente cuyos hábitos y tendencias van a cambiar a la fuerza. Los empresarios deberán trasmitir confianza como uno de sus activos principales en un contexto de incertidumbre, tanto durante como después del Covid-19, como base de su competitividad futura y del respaldo social que tenga su actividad, apostando incluso más por la sostenibilidad y ampliando el alcance y concepto de turismo responsable.