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No resistiremos, nos superaremos

El pasado día 26 cumplimos más de un mes y medio confinados. El tema central este tiempo ha sido el coronavirus, por activa y pasiva, estamos híper informados de la Covid-19. Es tiempo de empezar a realizar acciones, cambiar el pensamiento y centrarnos en una realidad importantísima.

Efectivamente la educación en boca de todos los políticos en la actualidad, todos hablan de la finalización del curso, del aprobado o no?, los refuerzos; las luchas internas entre las consejerias y el ministerio de Educación, pero como siempre quedan los sectores minoritarios al margen de la preocupación. Apenas se habla de esos alumnos, escolares también, más afectados por estos acontecimientos actuales y con carencias de recursos para poder adaptarse. Los alumnos de centros específicos con trastornos del espectro autista (TEA), los que padecen trastorno emocional grave, además de una discapacidad intelectual. Bien, ¿qué hacemos con ellos?

Establezco una llamada al raciocinio y a la cordura, desde mi punto de vista. A partir del mes próximo, siempre y cuando la Covid-19 no haya marcado nuevos repuntes, se debería activar una serie de medidas por parte al menos de nuestra conselleria de Educación. Estos alumnos llevarán dos meses confinados en casa, sin más ayuda que la que les puedan estar dando sus familiares directos. Chicos acostumbrados a llevar una vida estructurada que les proporcionaba calidad de vida, ya que aprendían, trabajaban y conseguían mejorar sus hábitos y sus actitudes en sus centros escolares donde acudían no han tenido una ayuda directa. ¿Cómo podemos parar tanto tiempo una maquinaria con engranajes tan especializados como los que necesitan estos alumnos? Recapacito que no son estos dos meses de confinamiento. Si la cosa sigue así, la situación se prolongará hasta septiembre, seis meses. Cuánto derroche de tiempo invertido para perderlo en poco tiempo. Cuanto tiempo relajando su actividad donde encontraremos manifiestas conductas desajustadas, disrupción, pérdida de hábitos, cambio de horarios, desorganización, falta de atención, tolerancia a la frustración? Y así podríamos seguir mencionado "pérdidas" con dificultad de reestablecer.

La propuesta más atrevida que establezco es, la de proporcionar atención directa en los hogares de estos chicos con estos diagnósticos TEA. Acudir los profesionales cualificados de los propios centros de educación especial. Estos centros escolares, saben perfectamente qué alumnos necesitan seguimiento en su casa y cómo pueden ayudar a las familias y al propio chico ya que los tiene en matrícula, conocen su forma de trabajar, sus competencias y la forma de resolver desajustes en la mayoría de casos. Expertos que establecen una metodología firme y adaptada de forma individual. La idea es que los técnicos, psicólogos y educadores que conocen el campo, que han trabajado asiduamente con los alumnos de su centro que presentan estos diagnósticos, de forma coordinada por los propios colegios, se desplacen a ofrecer apoyo, pautas y un tiempo de trabajo en casa con estos chavales, adaptando, no tanto el trabajo académico sino a las acciones del día a día de los hogares. Unas horas por la mañana, un par de veces a las semana quizás ayudaría más que esta continua entrega a distancia de pautas y videollamadas que son bien recibidas al principio, pero con el tiempo decae el interés familiar por falta de recursos, agotamiento y porque los padres tienen que ser padres y no maestros expertos en la enseñanza de aprendizajes de estos chicos. Al fin y al cabo, por eso acceden a los centros de educación y específicos.

Continuando con todas y cada una de las medidas y materiales adecuados de protección individual, estos profesionales podrían pasar la prueba de detección de contagio previamente, organizar los alumnos y horarios, desplazamientos y contacto con familias? acudir con los materiales necesarios, establecer programas cortos pero adecuados, motivantes, reales y por supuesto siendo estos profesionales conocidos por estos alumnos TEA.

Cuando se plantea un despliegue de estas características se evidencian unos gastos ineludibles, como desplazamientos de las personas que acudan a los hogares y los materiales de autoprotección. Los centros escolares pueden sacar de sus partidas económicas de mantenimiento: luz, agua, teléfono, roturas, calefacción y otros, que ahora mismo se ven reducidos a costear ese material y esa dieta de desplazamiento (kilometraje).

Con todo ello solo queremos ofrecer dentro del sistema educativo-sanitario una respuesta atrevida, adecuada proporciona y favorable a este colectivo de chicos que por ellos mismos no pueden seguir los patrones que la sociedad tiene actualmente organizados.

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