Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mar Ferragut

Contróleme, señor Estado, por favor

Después del 11S, la población interiorizó sin mucho revuelto que para viajar en avión debíamos pasar una 'ginkana' de seguridad, hacer alquimia con los líquidos y llevarlos en una bolsita de plástico, sacar la batería del portátil... Cuando abran los aeropuertos (decisión que esperemos no se precipite pensando únicamente en la economía), no es descabellado pensar que al ritual de quitarse el cinturón y pasar por el arco, haya que sumar la toma de la temperatura corporal o quizás incluso un test rápido para detectar el SARS-CoV-2, en el caso de que estos lleguen a ser de uso generalizado y puedan producirse de forma masiva y barata.

China ha asombado al mundo con sus hospitales de diez días, sus drones-sheriff y sus aplicaciones para controlar la salud de sus habitantes y dónde están. Aquí, en España, de momento se ha puesto en marcha un estudio para geolocalizar nuestros móviles con el pretexto de estudiar cómo se extiende el virus. La tecnología para controlar nuestros movimientos y hábitos de salud ya existe (móviles, pulseras de actividad...), y parece que el Estado fácilmente puede usarla 'por nuestro bien'. ¿Qué más da que sepan cuántos pasos doy en un día? El tema es que hoy una maquinita podría medir tus indicadores biométricos hasta el punto de notar y registrar tus emociones y saber cuándo te emocionas, qué te enfada... Esa información, piense en sus posibilidades, puede estar en manos de un Gobierno o de cualquier empresa: tú mismo accedes a dársela al aceptar el punto 2.3.1 del apartado H.5 de los 'términos y condiciones de uso'.

Ya damos toneladas de información sobre nosotros cada vez que usamos internet. Es decir, todo el rato. Cada 'like' que ponemos en Facebook ayuda a crear nuestro perfil y bastan muy pocos para hacernos un retrato muy fiel, por muy especiales y complejos que nos creamos. El problema no es que hables con una amiga por Whatsapp sobre una batidora y luego en internet te salgan anuncios de batidora. El problema, que distorsiona la democracia, es que los partidos políticos puedan crear mensajes personalizados para ti, casi irrestibles y seguramente falsos. Ahora, si no vamos alerta y pataleamos un poco, además de a nuestra mente les daremos acceso también a nuestros cuerpos. Otro virus.

Compartir el artículo

stats