En estos días vemos con preocupación cómo se están presentando un "tsunami" de expedientes de regulación temporal de empleo, despidos de personas contratadas temporalmente, y fijos discontinuos que no se incorporan, a lo que tenemos que sumar las expectativas de empleo truncadas ante el comienzo de la temporada turística que supone la Semana Santa. Todo lo anterior, afectará, por desgracia, a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras de nuestra comunidad.

Estos días, de camino al sindicato, he estado observando cómo desmontaban la feria, después de unos primeros momentos de parón de actividad, poco a poco, veía como desaparecían atracciones, hasta que se desmontaba la noria como colofón al fin de fiesta. Ante esa imagen, no he podido dejar de hacer una similitud con la economía balear. En primer lugar, paramos la actividad -hacemos un paréntesis temporal- y, a medida que pasan los días, se dan de baja los autónomos y autónomas, se cierran empresas y, finalmente, se apaga nuestro principal motor económico. Es evidente que no hemos llegado a ese estadio; pero precisamente por eso, y viendo cual es el escenario que nos espera según el informe del Consell Econòmic i Social, la caída del PIB balear estaría en un escenario en torno del 10%, traducido a euros unos 3200 millones, con las pertinentes consecuencias en el empleo, donde ya hemos visto la espectacular caída en afiliaciones a la seguridad social en tan solo 15 días de parada de nuestra economía.

Nuestro mercado laboral ofrece unos datos muy negativos -con una fuerte destrucción de empleo y un intenso repunte del desempleo- que no podemos comparar con alguna situación conocida, ni siquiera comparables a la anterior crisis económica; pero algo sí está siendo diferente, y es la manera de afrontar la situación. Desde un primer momento, en el horizonte de todas las medidas, han estado presentes dos cuestiones: proteger a las personas trabajadoras y proteger a las empresas y, con ello, intentar amortiguar el efecto de la crisis sobre el empleo y la actividad productiva, ofreciendo liquidez a las empresas, aplazando pagos de impuestos, habilitando medidas para preservar el mayor número de puestos de trabajo, facilitando el acceso al cobro de prestaciones, con moratorias para el pago de hipotecas, etc.

Estamos, por tanto, en esa primera fase de parar toda la actividad, con un buen número de personas trabajadoras y empresas protegidas por las medidas puestas en marcha. Ahora viene el siguiente reto, que no es otro que evitar que empecemos a desmontar empresas y empleo, fruto de un parón excesivamente largo en el tiempo, por lo que es imprescindible priorizar las recomendaciones sanitarias y, así, frenar la expansión del virus. Para conseguir superar esta fase necesitamos medidas que, mientras no arranquemos la actividad económica, continúen protegiendo tanto a trabajadores y trabajadoras como a empresas. Esto será lo fundamental para no dejar a nadie en el camino y que no se destruya de forma irreparable tejido productivo; y es especialmente importante en nuestras islas, donde tenemos una industria que no se reiniciará dándole al interruptor para empezar a producir. Dependemos de elementos exógenos y en los que intervienen múltiples actores para poder comenzar a hacer rodar todo el engranaje. Para conseguirlo tendremos que trabajar, todos y todas, con los mismos objetivos y, que de este modo, no tengamos que desmontar la noria y pueda seguir girando.

* Secretario General CCOO Illes Balears