Ala sociedad balear no le ha quedado más remedio que asumir de manera rápida el brutal impacto de la crisis causada por la pandemia del Covid-19 y aprender a digerir y afrontar sus graves consecuencias que, en el mejor de los supuestos posibles, tardarán largo tiempo en ser reparadas. Pero no se puede ignorar la realidad porque reconocerla y aceptarla es el primer paso para solucionarla.

La prioridad sigue siendo sanitaria y en este aspecto Balears presenta datos alentadores. El hecho insular y la facilidad para cerrar puertos y aeropuertos han facilitado un aislamiento efectivo que permite al archipiélago ser una de las regiones con menor tasa de fallecimientos por coronavirus y que las UCIs de sus hospitales no se hayan aproximado a la saturación, dado que el número de contagios va decreciendo. Con todo, los fallecimientos por la pandemia se adentran en la setentena y todavía se impone el confinamiento. Ayer el presidente Sánchez anunció la prolongación del estado de alarma prolongación del estado de alarma por un nuevo periodo de quince días.

Las consecuencias económicas y sociales de la situación actual, a diferencia de las sanitarias, no permiten ninguna interpretación positiva, por la excesiva dependencia balear del turismo, y necesitarán una reparación que, por los mismos condicionantes, será larga y dolorosa. Todos los registros apuntan en esta dirección.

El Consellprevé la mayor recesión económica de la historia de Balears y calcula que su PIB puede caer hasta el 9,7%. En la misma línea se sitúa el Govern al indicar que las islas serán la última zona en salir de la crisis porque la actividad turística va a tardar meses en poder reiniciarse y por tanto va a seguir destruyéndose todavía más empleo. Se prevé, en este sentido, que el mes de abril registre los peores datos conocidos hasta la fecha. En la misma tendencia se sitúa ABTA, la patronal de los turoperadores, al decir que no sabe cuándo volverán los turistas. Las perdidas previstas en el sector se han evaluado en 6.000 millones, lo cual no hace más que afianzar una posición de cautela que avalan aún cálculos como los de la Fundación Impulsa y decisiones como las de Jet2, turoperador que pospone hasta el mes de junio la venta de paquetes vacacionales para Mallorcapospone hasta el mes de junio la venta de paquetes vacacionales para Mallorca.

Las reacciones del Gobierno, un paquete de medidas económicas y sociales inéditas en España, ayudan a aliviar la situación. Sin embargo, la presidenta del Ejecutivo autonómico, Francina Armengol, ya ha evidenciado esta semana que no son suficientes. La especificidad de la economía balear obligará a que las ayudas se prolonguen más allá de las próximas semanas y tengan en cuenta el retraso en la recuperación que provocará nuestro modelo económico turístico.

Este, en su conjunto, es el crudo panorama con el que habrá que bregar en el día a día a partir de ahora. En dos o tres meses se habrá ido a pique todo el beneficio potencial del turismo en Mallorca. La recuperación no será como la de una fábrica en la que los motores se ponen en marcha al día siguiente del confinamiento. Los ciudadanos europeos y los residentes españoles tendrán muchas prioridades por resolver antes que plantarse unas nuevas vacaciones. Pero les serán necesarias. Habrá que generar confianza y seguridad con una oferta de precios y servicios compatible con la nueva realidad. También es el momento de explorar nuevos mercados potenciales. La urgencia sanitaria inmediata debe combinarse con acciones a medio y largo plazo para encarar las dificultades del futuro.

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