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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

La cuarentena suma y sigue

La cuarentena, cuyo origen está en la Edad Media, es un término para describir "el aislamiento de personas por consecuencia de una enfermedad, durante un período de tiempo no específico para evitar o limitar el riesgo de que se extienda la mencionada enfermedad". Nosotros los posmodernos hemos buscado un término distinto, el confinamiento, aplicado al encierro obligatorio de todos los ciudadanos como consecuencia de la aparición de este coronavirus, hasta ahora desconocido, cuya maligna presencia ocupa buena parte del globo terráqueo. Fue el domingo 15 de marzo a las 0 horas con su publicación en el BOE. El Congreso de Diputado ha aprobado por mayoría apabullante la prórroga del estado de alarma. ¿Cuando acabará la cuarentena? ¿Chi lo sà? Algunos profetizan que podría ser entorno a Semana Santa.

En mi anterior artículo describía la guerra a muerte de virus y los comportamientos provocados por la cuarentena: el redescubrimiento forzado del hogar, léase la convivencia esposo / esposa e hijos. Voy a referirme a las consecuencias del cierre de todos los centros educativos. Numerosos claustros se han volcado para ofrecer a sus alumnos contenidos pedagógicos en formato virtual. Muy buena iniciativa, y según parece exitosa pero, ¿qué ocurre en las familias que no tienen internet? ¿Con cuanta gente comparten habitación los niños? ¿Tiene espacio para desarrollar sus actividades? ¿Tiene acceso a libros? ¿Tienen los padres y las madres capacidad de generar actividades? ¿Pueden gestionar el día a día emocional de sus hijos o están superados? Haberlos haylos, pero son invisibles.

Las mujeres (¡suelen ser mujeres!) cuya profesión es el trabajo doméstico también pueden ser víctimas de la cuarentena. No resulta extraño que la ama de la casa la llame y con gran sentimiento le notifica "lo siento mucho esta crisis me obliga a despedirte, pero cuando mejore volverás". El motivo del despido no es económico, sino el miedo a que les contagien el virus. La realidad, casi 2 millones en España, es que si son despedidas, aunque tengas un contrato, no tienen derecho al paro, Parece, veremos si se confirma, que el próximo Consejo de Ministros ofrecerá a este colectivo la posibilidad de acceso al paro.

Otro colectivo: el confinamiento ha encerrado a las víctimas de violencia de género con sus maltratadores. Como advierte la asociación feminista Femen, estas mujeres "enfrentan dos pandemias: la Covid-19 y la violencia machista". El maltrato, según los expertos, se agrava en un contexto en el que víctimas y agresores no pueden salir de su domicilio salvo para lo imprescindible, porque hay más horas de convivencia, sin posibilidad de interrumpirla con las rutinas del día a día, y "los agresores perciben impunidad y seguridad, porque el encierro dificulta salir de la relación o interponer una denuncia", apunta Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra la violencia de género.

Quiero terminar con unas reflexiones del filósofo Emilio Lladó que a sus 92 años confiesa había sentido una sensación parecida a la que le embarga estos días de cuarentena por el coronavirus: "De repente, mi cabeza se ha llenado de recuerdos de la Guerra Civil. Yo era un niño, pero me vienen imágenes muy vivas. La misma inseguridad. Los hábitos del miedo: no salir a la calle, protegerse, ponerse a cubierto. Sin embargo, aquel era un miedo concreto, sabíamos quién era el enemigo. Este es un miedo abstracto, difuso, extraño. Por eso estamos tan desconcertados. Estoy desconcertado. Y este es el gran problema. El desconcierto no ayuda a pensar bien, cuando lo que más necesitamos en este momento es justo lo contrario: la razón contra el caos. Habrá consecuencias económicas y políticas, eso seguro. Pero resulta que incluso nuestras relaciones personales se ven afectadas. Hay una gran paradoja ahí: por un lado se nos pide que combatamos unidos esta batalla, por otra parte no podemos estar físicamente juntos. ¿Podremos recuperar la confianza después de esto?".

El futuro está por escribir. No será como el presente. Pero no sé si será mejor o peor.

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