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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Coronavirus, ¡quédate en casa!

Mientras trascurrían nuestros quehaceres, melancolías, dichas y problemas, un día los medios comienzan a referirse a un virus, Covid-19, instalado en China que actúa como un asesino en serie. No sabemos cómo se extiende a otros continentes, a otros países, a España, a nuestras islas. Aparece un ignoto virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos sufrir sin aviso previo y por simple proximidad su ataque mortal aun siendo de etnia blanca, occidentales y con todo tipo de lujos a nuestro alcance.

Y mientras buscamos su antídoto en una sociedad en la que todos corremos catorce horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. "Quédate en casa", "Tothom a casa". Aparece un nuevo vocablo "confinamiento", obligar a alguien a residir en un lugar diferente al suyo bajo vigilancia de la autoridad. Sólo se puede abandonar el hogar por causa mayor justificada, corriendo el riesgo de ser multado. En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo se nos anuncia el estado de alarma. Y surgen las urgencias, llenar nuestros frigoríficos y sus entornos de comestibles y otros enseres de uso habitual. Colas inmensas, carritos repletos€ En EE UU la urgencia se visualiza en comprar armas semiautomáticas y muchas balas, con un incremento de casi 180%. Nosotros, más humildes, centramos nuestro delirio en el papel de váter. Discusiones, peleas€ No dudo que algún erudito desarrollará una tesis doctoral sobre semejante fenómeno social.

Suma y sigue, el coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a actuar de marido/mujer junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia. Cabe la posibilidad de redescubrir a los hijos. En unos contextos en los que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. Quizás, ¡chi lo sa!, el encierro nos ayudará a redescubrir la cercanía.

Creo, no quiero pecar de ingenuo, que los ciudadanos hemos descubierto el valor de lo público, nuestra sanidad pública. Ahora, en un momento de crisis, nuestra sanidad tiene graves dificultades para cubrir las urgencias sanitarias de sus ciudadanos, pero sigue activa. No en vano se autoconvocan cadenas de aplausos; homenajes desde médicos y enfermeros hasta el personal de limpieza. A diferencia de la Comunidad de Madrid que privatizó gran parte de las clínicas e instalaciones sanitarias, que ahora muestran déficits graves de instalaciones y personal.

Se prorroga el estado de alarma. El presidente sin ambages nos dice que "lo peor está por llegar". Se nos ofrecen tres escenarios:

Primer escenario: intensificar la guerra a muerte con el Covid-19, radicalizando y prolongando el confinamiento. No nos resultará fácil. Aunque el miedo sigue vivo y coleando, el peligro ahora puede ser un cierto relajo.

Segundo escenario: múltiples empresas de diversa naturaleza y tamaño, incluyendo a los autónomos, ya están cerrando sus puertas por la desaparición de la demanda con los consiguientes despidos. El instrumento a utilizar es el ERTE, Expediente de Regulación Temporal de Empleo, que permite a las empresas la suspensión del contrato de trabajo. Todos los trabajadores tienen derecho a la subvención del paro y recuperación del puesto de trabajo si su empresa renueva su actividad. Y el Govern pone a disposición relevantes recursos en favor de la reapertura de la empresa y la cobertura de las necesidades básicas de los trabajadores en paro (hipoteca, alquiler, energía y agua€).

Tercer escenario: posmuerte del coronavirus. El BCE ha comprometido 750.000 millones de euros dedicados a comprar deuda pública y privada, y financiar planes de estímulo económico. La UE de momento sigue muda. Se supone que no caeremos en los "errores" de la crisis del 2008. El Gobierno y el Govern movilizan ingentes recursos encaminados a reconstruir nuestro entramado empresarial. En Balears será imposible recuperar nuestra actividad económica, en especial la turística, siguiendo los patrones del pasado. Simultáneamente será necesaria una reconstrucción social. Nada será como antes, pero no tiene por qué ser peor.

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