Una semana después de la entrada en vigor del estado de alarma en España, la toma de conciencia de que estamos ante una crisis sanitaria de extraordinaria gravedad es generalizada. La multiplicación de los contagios y los fallecidos en España (246 y 6 en Balears, respectivamente) han evidenciado que la propagación del virus es de enorme rapidez y que las medidas drásticas adoptadas están justificadas. El confinamiento, en el caso de Mallorca, nos deja sin comunicaciones aéreas ni marítimassin comunicaciones aéreas ni marítimas, con los hoteles cerrados y con nuestra principal actividad económica, el turismo, paralizada y con un horizonte a corto y medio plazo muy incierto, porque no dependerá únicamente de cuándo quede atrás la crisis sanitaria en España, sino también en los países de origen de los millones de turistas que nos visitan.

Desde el punto de vista sanitario, las cifras son estremecedoras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha situado a Europa como epicentro de la pandemia y España está siguiendo la senda de Italia en cuanto a afectados.

Balears mantiene una tasa de contagios por debajo de la media nacional. Mientras la OMS recomienda que se lleven a cabo tests a todo aquel que muestre síntomas de infección, en España se ha optado por hacer las pruebas únicamente a las personas con síntomas graves y a los sanitarios. Existen dificultades para extender las pruebas de forma generalizada y ello siembra dudas sobre la fiabilidad de los datos. En Balears hasta el día de hoy únicamente se han sometido al test los pacientes graves, mientras que aquellos con sintomatología sospechosa pero leve son puestos en cuarentena en sus domicilios sin ser examinados por un médico. La estimación de casos es, por tanto, a la baja, como admiten fuentes sanitarias a este periódico, mientras la conselleria de Salud se remite a la contabilidad oficial avalada por el Ministerio.

Si a ello sumamos la falta de material de protección de los sanitarios y otros grupos de profesionales más expuestos al contagio, como el personal de las residencias de ancianospersonal de las residencias de ancianos, y las dificultades que se están viviendo en los hospitales, especialmente en Madrid, parece claro que ha habido una falta de previsión respecto a los medios necesarios para encarar esta crisis. Hay que recordar que las primeras noticias de la aparición del virus en China datan de diciembre, por lo que el Gobierno central habría tenido tiempo suficiente para preparar los medios humanos y materiales imprescindibles.

Desde el punto de vista económico, el descalabro es evidente. Mallorca sin vuelos y sin hoteles hubiera sido una distopía de no ser una realidad. Todo el tejido económico va a verse afectado, directa o indirectamente, por la paralización de la actividad. Miles de empresas y empleados han suspendido su trabajo y se han visto abocados al paro, esperemos que de manera temporal. Las medidas económicas aprobadas por el Gobierno, en coordinación con las comunidades autónomas, y otras que puedan adoptarse en las próximas semanas, deberían servir para dar liquidez y confianza a las empresas, y reactivar el mercado una vez superada la fase crítica, que todo parece indicar se extenderá mas allá de abril o mayo.

La presidenta Francina Armengol ha comparecido en varias ocasiones para explicar la situación y las medidas adoptadas, con una visibilidad que ha dejado en segundo plano, como ha ocurrido a nivel nacional, a sus socios de Gobierno de Podemos y Més. Se ha visto respaldada por los agentes sociales, la patronal y los sindicatos, demostrando una cohesión imprescindible en un momento como este. Armengol tuvo que insistir en varias ocasiones, quizá demasiado, en la necesidad de prohibir la llegada de vuelos a los tres aeropuertos isleños. Pedro Sánchez, que era reacio a peticiones territoriales de confinamiento como las que se han hecho llegar desde Madrid o Cataluña, accedió finalmente a las pretensiones baleares y de Canarias.

El Govern ha explicado a los portavoces de todos los grupos parlamentarios la situación. Y aunque los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado han tenido que imponer algunas sanciones por incumplir las restricciones decretadas en aplicación del estado de alarma, lo cierto es que la cohesión política y social ha marcado hasta la fecha en Balears estos primeros días de una crisis inédita. Es un buen fundamento para encarar el previsto agravamiento de la crisis sanitaria e impulsar la recuperación una vez que la emergencia haya quedado atrás. Las autoridades insisten en que lo peor está por llegar y hay que mantener la tensión y la unión, limitando al máximo los movimientos y el riesgo de contagio. Nos va la salud en ello.