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Alex Volney

Josep Pla y el COVID-18

Me sorprende mucho todavía cuando me piden explicaciones por atender y recomendar tanto, y desde siempre, al autor de El Quadern Gris tú que tuviste a tu abuelo en Can Mir (cárcel de Franco) y era del mismo pueblo, Palafrugell, en bando diferente del presunto espía fascista. Vaya, que mi abuelo estuvo en el lado correcto no tengo ninguna duda, siento orgullo por ello, ahora bien; cuestionar la huida del gran escritor ampurdanés cuando gentuza lo perseguía por ser de derechas no debería suponer ninguna contradicción para aquellos que se autodenominan de izquierdas. Esta polémica dura años, pero por mis orígenes maternos en Palafrugell y por la guerra en su contexto real, el sentido común me demuestra que no debiera hacer perder el norte a nadie que se autoproclama demócrata. Claro que podríamos ampliar las anécdotas de la conducta del autor con los exiliados y muchas cosas más, pero no dudar que cuando unos descerebrados te persiguen para matar y escapas a Italia, no es muy lógico precisamente que intentes estar en el mismo bando.

Siempre, todo llega a una misma conclusión. En este país tenemos un problema de educación, de falta de lecturas y de poco sentido común, sirva para fascistas españoles y para más de alguno de los iluminados nacionalistas catalanes. Unos y otros si es que lo han leído, lo han hecho poco y mal. Poco... seguro, son unas treinta mil páginas que dejó definitivas a los lectores y unos cuantos nos deleitamos en conseguirlo. Precisamente esta brutalidad e ignorancia que hoy se cierne sobre nosotros es la misma que permite a los fachas que exigen medidas haber sido los directos promotores de los recortes en la sanidad pública. Y también es la misma que desvía el nivel de nuestra sociedad hacia la mediocridad más absoluta.

Realmente, quitado de alguna broma con gracia u otra sugerencia inteligente, ¿no están hartos, en medio de la psicosis, del bajo nivel de dignidad, del cutrerío patrio día y noche, vía móvil?

Resulta que los famosos cuarenta y seis tomos definitivos de Josep Pla entraron precedidos del número uno, como es lógico, con El Cuaderno Gris. Actualmente es más fácil conseguir el volumen en bolsillo, prescindiendo por decreto del prólogo de Joan Fuster, su gran amigo e intelectual valenciano, y que vierte en él unas páginas imprescindibles.

Estas multinacionales que quieren enseñar a leer al pueblo eliminan contenidos sin ningún criterio o, avanzándose a las aplicaciones de móvil en su día suprimiendo el grano y permitiendo a la paja cutre, entronizar a los petardos de turno. ¿Estas plataformas y las multinacionales que las acompañan van a difundir la cultura? ¿...y la literatura?

Lo único que fomentan y publicitan es lo superficial, lo demagógico y lo más falto de belleza de nuestro tiempo. Observen, tanto de amigos como de familiares o de donde sea que les lleguen los mensajes relacionados con la pandemia, y el resultado de los mismos con las repentinas inspiraciones o reacciones emotivas pertinentes.

Solamente los editores independientes, y los autores que lo son como lo fue Pla garantizan que el mundo siga rodando, sea más comprensible y crezcamos todos aprendiendo alguna cosa que se salga del chiste fácil, tan apreciado por las grandes marcas.

El conocido prólogo cercenado y sustraído al El Quadern Gris lo explica fenomenalmente. Joan Fuster colocaba al lector en el contexto del momento que tocó vivir al autor y a todos sus coetáneos, a la hora de llenar las páginas de su dietario que movido en el tiempo o no, han resultado mucho más fieles a la historia de Palafrugell, de Cataluña y de España, que muchos libros de texto. Hoy estas páginas que introducen a esta fabulosa obra son imprescindibles para entender el cómo, el cuándo y el por qué, incluso para el lector de hoy cuando se giran las tornas y un siglo más tarde Europa se ve sacudida de nuevo por algo tan parecido.

"Com que hi ha tanta grip, han hagut de clausurar la Universitat€" Así empieza el El Quadern Gris en el día 8 de marzo de 1918, precedido de las palabras de Fuster que sostienen que sin la pandemia y la gravedad de la misma, sin el confinamiento de la población y el regreso al pueblo sin clases, Josep Pla no hubiese trabajado a fondo su dietario. El Cuaderno Gris no existiría probablemente. Observen en cien años el contraste de nivel y el pánico que cunde cuando debemos, por fuerzas mayores, mirarnos en el espejo. En su lugar, cogemos el mágico y aunque vayamos caminando buscamos la respuesta en desconocidos al otro lado de nosotros mismos. Sí, la sociedad ha cambiado y ante cualquier acontecimiento todo el mundo pasa su rosario, dedo arriba dedo abajo, leyendo bazofia. Ahora cuando termino estas cuatro letras después de la comparecencia del Presidente Sánchez para anunciar el estado de alarma, puede que quede alguna persona dispuesta a encontrarse a ella misma, se aburra, le invada el tedio y ante la hoja en blanco, todo vuelva a empezar.

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