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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

Los italianos que trajo armengol

Entiendo a quienes insistan en que lo más grave de ayer fue la mascarada del Govern abriendo los colegios a mediodía, al recibir la licencia para seguir mintiendo de su banda del REB, para cerrar toda la educación un par de horas después. La comunidad educativa se revolvió con una furia que no se conocía desde el TIL, y obligó a la presidenta a rectificarse a sí misma. Otros fijarán el momento más peligroso del día en la furia desatada del sector sanitario. Los médicos son incluso más conservadores que los periodistas, pero amenazan con amotinarse frente a una viceconsellera que no toma medida alguna, porque no sabe ninguna.

Respeto esas opiniones, pero nada supera mi estupor ante los miles de turistas italianos de crucero que nos trajo anteayer y ayer Francina Armengol, después de que su Gobierno prohibiera los vuelos desde Italia. Veinte aviones por cada barco, disfrutando de los bares y restaurantes palmesanos mientras su primer ministro Giuseppe Conte clausuraba todos los bares y restaurantes de su país. Es el peor atentado contra la salud pública que he presenciado, perpetrado a plena luz del día por el Govern que actúa al grito de "estos ingenuos que nos perdonaron los trece muertos de Sant Llorenc, se tragarán cualquier cosa".

Sí, ya sé que Armengol quiso curarse en salud con una advertencia previa, que suena a consejo de abogado penalista por lo que pueda pasar. Y no olvidemos a Aina Calvo, que ha demostrado porque nunca triunfará en política abierta. Omitiremos el papel de las fuerzas del orden, porque están absortas en la defensa de Cursach. Quienes mantenemos viva la fe en el papel, deseamos que este artículo pueda servir de orientación a los palmesanos que desgraciada y estadísticamente van a padecer las consecuencias de este crimen. En cambio, no hay ningún peligro de que un triste artículo afecte a un Govern que hace tiempo traspasó el umbral de creerse sus propias mentiras.

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