Diario de Mallorca

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Desde el lunes de esta semana, Madrid es una ciudad en guerra y no tanto a causa del coronavirus como del pánico. Con los hospitales públicos colapsados y las camas tanto de las UCI como de Urgencias saturadas, con los colegios de la capital y las universidades cerradas, con las estanterías de los supermercados vacías y, aún así, ningún carro libre, el Gobierno cuyo presidente tiene su despacho en el Palacio de la Moncloa optó por decir que iba a haber un consejo de ministros extraordinario ¡el jueves siguiente! Eso fue todo lo que se le ocurrió. Menos mal porque una semana antes el ministerio de Sanidad había intentado evitar que la Consejería del otro gobierno, el de la comunidad autónoma de Madrid, impusiese el cierre de los centros docentes. Y el domingo no sólo mantuvo la manifestación en defensa de los derechos de la mujer a celebrar en la capital sino que la encabezó.

Pero miento: sí que ha hecho cosas el Gobierno del presidente Sánchez. Tras declararse la alarma por la extensión del virus en Italia, el ministerio de Sanidad sacó una guía para alertar a la ciudadanía acerca de cómo comportarse, a la vez que el ministerio de Trabajo sacaba otra diciendo cosas diferentes. Y, para que no se dijese que las autoridades se desentendían del problema, el mismo lunes la Mesa del Congreso de los Diputados se reunió para establecer un protocolo de actuación. Al hacerlo público, los portavoces dijeron de forma textual que no contemplaban en principio que se suspendiese el Pleno de esta semana ni mucho menos que se cerrase el edificio porque eso no había sucedido ni siquiera en Italia. Menos mal que incluyeron en la frase la cautela de "en principio" porque horas después, ese mismo día, cerraban la cámara.

Modélica en verdad la actuación de las autoridades que nos gobiernan. Mientras la capital de un país caía presa del pánico, el ministro de Sanidad daba una rueda de prensa anunciando que en realidad no sabía ni lo que sucedía ni lo que iba a hacer el Gobierno, para aclarar luego que, en todo caso, era imprevisible por dónde iba a ir el futuro inmediato. Fue entonces cuando, en un alarde de prevención y eficacia, se anunció que habría un consejo de ministros cuatro días después.

Cabe preguntarse, pues, si la incompetencia manifiesta para tomar ejemplo siquiera de lo que se ha hecho en otros países como Alemania, Portugal o el Reino Unido es sólo cuestión de que el presidente Sánchez y sus ministros no dan para más o si de verdad se creían que con el buenismo dedicado a negar las alarmas iban a lograr que la gente se tranquilizase. Sea como sea, con los niños y los adolescentes en casa al cuidado de los abuelos —la población de más alto riesgo—, las despensas vacías y ni una sola mascarilla disponible en las farmacias madrileñas, cabe imaginar lo que piensa gran parte de los madrileños del presidente Sánchez y sus ministros.

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