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Miguel Vicents

Vía libre

Miguel Vicens

Si algo funciona Cort lo prohibirá

Cuando Cort quiere regular alguna actividad en Palma, la prohíbe. Lo primero le debe de parecer demasiado complejo al gobierno municipal de PSOE, Podemos y Més.

En este plan, Cort ha prohibido en los últimos cinco años las piscinas en las azoteas del centro histórico, el aparcamiento en la plaza de sa Llonja, la tenencia de más de tres perros o gatos en pisos (seguro que ya no se acordaba), la apertura de nuevos hoteles en el centro de la ciudad, el alquiler turístico en pisos y periódicamente el baño en la playa de Can Pere Antoni, cuyas aguas tanto contribuye a contaminar con su histórica incapacidad para acabar con los vertidos. Esa es su labor creativa. Su proyecto de ciudad.

La última prohibición municipal va contra las terrazas, contra los negocios de restauración, obligados ahora a eliminar los toldos bajo la amenaza de duras sanciones. También va contra toda la actividad económica del centro, porque lógicamente el pequeño comercio que el Ayuntamiento tanto dice defender se verá afectado.

Cuando Cort se felicita por haber devuelto la calle al ciudadano normalmente hay que echarse a temblar, porque en realidad lo que consigue es dejar la vía pública como un páramo. Las calles sin bares, sin restaurantes, sin comercios o sin un lugar en el que detenerse son cementerios sin lápidas, no creo que sea tan difícil de entender.

El Ayuntamiento hubiera podido regular las terrazas en su ordenanza, acabar con los excesos, obligar a retirarlas por la noche, imponer restricciones estéticas y de espacio, actuar contra los que se saltan la normativa. Pero ha preferido acabar con una actividad próspera, con el empleo que ha generado, con la animación que han contribuido a crear en la ciudad, sin alternativa y con el sector en contra.

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