"Destrueix el patriarcat, no la terra" es el grito asumido por el movimiento de mujeres feministas para la celebración del Día Internacional de la Mujer. La tierra representa la naturaleza y sostiene todo el sistema vital. La palabra "naturaleza" significa nacimiento, nuestra relación con la naturaleza tiene que estar integrada en los principios de la veneración por la vida nos dice Satish Kumar en su libro Tierra, alma, sociedad, tres palabras con las que quiere expresar que todos estamos interrelacionados e interconectados, que somos interdependientes.

En la sociedad patriarcal ha sido una constante la ausencia de amor a la vida. El filósofo Emilio Lledó hace tiempo decía que, ya desde la Antigüedad, se ha dado más valor al que quita la vida -al héroe- que al que da la vida -las mujeres. La celebración de la vida, el dar a luz, el cuidado amoroso y tierno que proporciona el desarrollo y crecimiento personal de todos los seres humanos quedó eclipsado en los albores de nuestra Historia y todavía no se ha podido recuperar. La autoridad femenina y el poder de decisión que ostentaban las mujeres fueron sustituidos por la imposición del silencio, la negación de su identidad y la relegación al espacio privado y, por todo ello, el discurso sexista la posicionó más cerca de la "naturaleza que de la cultura". De la inferiorización de la mujer a la de la naturaleza. Ambas son dadoras de vida, pero es la ley del padre que se impone en lo político y en lo social en las sociedades llamadas patriarcales. Una vez impuesta es función de la Cultura mantenerla en el tiempo para que permanezca. José Lorite Mena lo expone claramente, nos dice Victoria Sau. "Así el orden simbólico y el orden biológico se integran en la función de la paternidad. La maternidad es el recinto de ese orden, pero el eje significativo es la paternidad". Los símbolos sagrados como la serpiente, la paloma, el árbol y la luna perdieron su significación, señala Jean Shinoda Bolen. La madre está en función del padre; la Maternidad no existe, manifiesta Sau.

La aparición de ciertas noticias sustentan la permanencia de dichas tesis. Veamos: 6 de febrero de este año Día mundial contra la mutilación genital femenina, en la que más de 200 millones de mujeres y niñas han sido mutiladas, de las cuales se encuentran cerca de medio millón en Europa, o bien la del 2018 sobre la gestación subrogada, en la que se señala que nacen en el mundo unos 20.000 niños y niñas a través de esta práctica y se estima que cerca de 1. 000 tienen madres y/o padres españoles. Con esto se puede observar una muestra de la manipulación y violación que hace el patriarcado sobre el cuerpo de la mujer y su psiquismo -la mujer es mucho más que una reproductora de hijos e hijas. En aras de la fertilidad o infertilidad se ha experimentado una auténtica mercantilización en torno a la reproducción humana. La evidencia se constata a través del desarrollo de técnicas como la vitrificación o congelación de óvulos (se ha pasado de 2.174 en el 2009 a 5.264 el 2017, lo que supone un aumento del 142% en el Estado español, según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF)), la transferencia nuclear o el rescate de ovocitos.* Por último, cabe indicar que el número de centros dedicados a la reproducción asistida en la sociedad española es de 307, con un crecimiento del 140% entre el 2007 y el 2017.

Con la llegada del "neoliberalismo", fase actual del capitalismo global, que de acuerdo con la autora Susan George, "se basa en la libertad para la innovación financiera con independencia de adónde pueda conducir, así como en la privatización y la desregulación, el crecimiento ilimitado, el mercado libre y supuestamente autorregulado y el libre comercio", la mercantilización ha invadido nuestras vidas. Fraser, Bhattacharya y Arruzza en su libro Feminisme per al 99%, a modo de manifiesto realizan un análisis exhaustivo de la situación provocada por el neoliberalismo y su repercusión sobre las personas en general y específicamente sobre las mujeres. Respecto a la crisis ecológica, destacan que es el colectivo femenino el que la padece con más intensidad, siendo el 80% de personas refugiadas a causa del calentamiento global por destrucción del clima. En cuanto a la crisis política, el resultado es que se niega protección política a gran parte de la población mundial y ponen de relieve que "son les dones les primeres víctimes de l'ocupació colonial i la guerra arreu del món. S'han d'enfrontar a l'assetjament sistemàtic, a les violacions com a arma política i a l'esclavitud, alhora que suporten l'assassinat i la mutilació dels seus éssers estimats i la destrucció de les infraestructures que les permetien mantenir-se a si mateixes i a les seves famílies". Con la crisis económica caen los sueldos más allá del mínimo imprescindible para tener una vida digna y se producen recortes en la financiación pública para los servicios sociales. Todas estas crisis forman parte de una violencia de género generada por el orden social establecido. Sin embargo, tal como manifiestan estas autoras, se vislumbra una nueva ola de activismo feminista por lo que expresan: "Més aviat, el que ens dona esperança són les vagues de dones feministes del 2017 i el 2018"**.

En los últimos años se ha producido un resurgimiento del activismo feminista. Decía Arendt que "sólo pensar no nos hace libres, porque la libertad se muestra en la acción, en la intervención en el mundo para hacer aparecer algo que previamente no existía. Pensar es un ejercicio de soledad y, en cambio, ser libre es actuar, lo que requiere la participación de otros seres humanos". El movimiento de mujeres feministas hace tiempo que elabora un pensamiento propio y ha ocupado las plazas de las ciudades.

*Información obtenida por ara.cat.

Barcelona 8/2/2020

** El libro se publicó a principios del 2019