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HOJA DE CALENDARIO

Pedro Villalar

Ni patrias ni pueblos

Un periódico español publicaba una entrevista con Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga italiana, que encabezó el cierre de su país ante la inmigración y podría ser procesado por tal inhumanidad durante su etapa como ministro del Interior, que puso en peligro muchas vidas de personas que no eran socorridas en su dramática búsqueda de asilo por el Mediterráneo. Y este sujeto desagradable, cambiante y filofascista, preguntado por su opinión sobre el también líder ultraderechista húngaro Viktor Orbán, responde: "Le aprecio. Me gustaría que se crease una fuerza que representa la Europa de las patrias y los pueblos".

Conviene recordar que "la Europa de las patrias y los pueblos" fue la que estalló en el siglo veinte en forma de dos terribles guerras mundiales, provocadas por los nacionalismos agresivos de la época, por la pretensión de preservar las llamadas identidades nacionales y de establecer hegemonías en el Viejo Continente. Y como antídoto, un grupo de políticos clarividentes decidió, después de 1945, tras ser liberados los últimos prisioneros de los campos de concentración nazis, renunciar a aquella caótica rivalidad y fundar la Europa de los ciudadanos. Una Europa en que el engrudo no es la patria, ni la nación, ni la lengua, ni la bandera, ni la tradición sino la ciudadanía. Somos europeos porque creemos en las mismas libertades y disfrutamos de los mismos derechos, anhelamos una democracia parlamentaria clásica, vivimos amparados por las mismas leyes, acatamos códigos y normas que nos igualan absolutamente.

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