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Miguel Vicents

Vía libre

Miguel Vicens

Una vida en la memoria

Con 78 años, dos hijos mayores y viuda desde el año 2005, a Christiane Van Geel le quedaba una cuenta pendiente con su pasado, una historia sin final que empezó en la Mallorca preturística de finales de los cincuenta y aún hoy, 60 años después, la acompañaba cada día en su Amberes natal. Así que, sin importarle las circunstancias ni el conocimiento público de su intimidad, se lanzó a la búsqueda del que había sido el amor de su vida. Sin rodeos, con un anuncio en las páginas de este diario, con un se busca de consecuencias inesperadas, asumiendo lo que esa pregunta a su pasado podía depararle seis décadas después. La importancia en su vida de Gabriel López Campos, el "hermoso mallorquín", como ella le llamaba, era muy conocida por el que fue su marido, que tuvo que convivir como un civilizado centroeuropeo con ese poderoso recuerdo, y también por los dos hijos que tuvo la pareja. Y la constatación de que su historia de búsqueda del primer amor no era un capricho superficial de la senectud era precisamente el recuerdo vivísimo que Christiane conservaba de todo lo que compartió con Gabriel en el Port de Sóller, lugares geográficos que ni un mallorquín describiría con igual detalle, diálogos completos, correspondencia, promesas, itinerarios de excursiones y paseos, obsequios mutuos e incluso músicas escuchadas por la pareja en noches con baile y orquesta. La belga encontró respuesta a su llamada. El hombre de su vida falleció en 1997 de una enfermedad cardiaca. No se casó nunca y la quiso hasta el final. En realidad se había ido mucho antes, como ocurre siempre con el primer amor. Pero la memoria de la enamorada lo había impedido a toda costa. A los 78 años decidió superar el duelo, llorar y escribir un final.

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