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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Los mallorquines hoy, riesgos y oportunidades

Soy un ciudadano de estas islas, entrado en años y canas, cuyo oficio ha sido y sigue siendo hurgar en nuestras diversas realidades (políticas, económicas, sociales, cívicas, culturales?) que con sus éxitos y fracasos constituyen nuestra sociedad. Y hoy, en un espacio acotado, debo intentar aproximarme a los rasgos que definen nuestro vivir y convivir individual y colectivo. La tarea no me resulta fácil. No quiero caer en los clásicos tópicos, algunos incluidos en Un invierno en Mallorca de George Sand, tales como "los mallorquines son muy suyos, reservados, camaleónicos", que se despiden de ti con un "ja ens vorem", y para los cuales un "parell" no tiene por qué significar un par. Tampoco aspiro a aproximarme al cuidado perfil de Queridos mallorquines de Guy de Forestier ( Carlos García-Delgado, arquitecto), ni mucho menos a Los mallorquines de Josep Melià o El mallorquinisme polític escrito por Gregori Mir bajo el seudónimo Anselm Llull con el que tuve el fantástico placer de colaborar. Voy a limitarme a esquematizar mis observaciones y algunos de mis escritos.

Ni Karl Popper con su sociedad abierta, ni Zygmunt Bauman con su modernidad líquida, permitirían embotellar a los mallorquines en modelos previamente diseñados y/o embutirlos en casillas sociológicas válidas en épocas pasadas. Se produce un cambio radical en Mallorca, en nuestros modos de vivir y convivir, especialmente desde la década de los 70 donde el turismo tiene carta de ciudadanía. Dejamos de estar "aislados" en un tiempo y espacio concreto, para tener que "abrirnos" con mayor o menor éxito a un tiempo y espacio global. Cambiamos de modelo social rompiendo con la Mallorca de tintes feudales, con una nueva burguesía que comienza a surgir, y unas nuevas clases medias pujantes. El bienestar y el progreso parecen haberse instalado entre nosotros. Y tal pujanza posibilitaba participar de un modelo social abierto. Dominaba un optimismo casi antropológico al observar y comprobar que eran posibles "ascensos sociales" relevantes, relacionados con las dos actividades "claves", el turismo y la construcción. Con la crisis política y socioeconómica tal modelo también entró en crisis.

Pero hoy, aunque oficialmente la crisis está finalizando, nuestro modelo de sociedad (también la mallorquina) sigue en crisis. La sociedad se polariza, la clase media (la vieja y la nueva) se resquebraja, instalándonos en una significativa inestabilidad personal, familiar, profesional? Nuestro modelo social pierde su carácter inclusivo y transversal e impone riesgos de exclusión. No es un tema baladí, que afecta hoy y aquí especialmente a las generaciones jóvenes. Se ven obligados a aceptar como inevitable el gig economy, léase "un mercado personal y laboral donde la movilidad y la inestabilidad, así como el trabajo de freelance, sea la norma". Y ven como se evaporan sus perspectivas y proyectos tanto de índole personal (emancipación, estabilidad profesional?) como de índole colectivo ( Mallorca con sus propias raíces como lugar de referencia y convivencia, sin dejar de ser cosmopolitas).

El debate y la acción política, cívica y social deben enmarcarse en un diagnóstico certero de nuestro modelo económico y productivo del que puedan deducirse riesgos y oportunidades operativas, públicas y privadas, que nos garanticen un presente y futuro sostenido y sostenible. Hoy y aquí tales riesgos y oportunidades tienen nombres y apellidos. AENA, empresa pública que se supone antepone el interés general, nos amenaza con aumentar la capacidad de "acogida" (?) sin que tengamos un conocimiento claro de sus motivos y sus repercusiones. En un primer momento AENA, considerando que la reacción negativa era de movimientos minoritarios turismofóbicos, se ofreció (?) a ayudarnos a financiar el tranvía. Pero la reacción política, cívica y social, ha sido inmediata y amplia: los partidos del Pacto, el Ayuntamiento de Palma, la Comisión de Medio Ambiente, el Laboratorio de Cambio Climático de la UIB, la Plataforma Ciudadana que ha puesto en marcha una campaña masiva de alegaciones.

Parece que ahora AENA comienza a comprender que las razones del amplio rechazo son de calado: el modelo turístico vigente da síntomas de haber tocado techo; Mallorca ya está saturada durante la temporada alta turística y no puede acoger más personas; .no se ha hecho ningún estudio de la carga humana que puede soportar Mallorca; los Gobiernos estatal y balear han declarado la Emergencia Climática y su voluntad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Suma y sigue. Mas vale tarde que nunca, AENA parece, ahora, que está dispuesta a "reformular" su proyecto. Queda por ver cuál será "su" contrapropuesta.

Concluyo con un aviso a navegantes: En breve, el Puerto de Palma.

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