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El Mobile World Congress y la paranoia

La Cataluña de estos últimos años ha sido una fábrica de ficciones extraordinaria. El método paranoico-crítico de Salvador Dalí -un escritor estupendo, por cierto, llevo décadas repitiéndolo- ha funcionado como nunca. Ni siquiera los surrealistas, cuando André Breton acogió en su seno al hijo del notario de Figueres, sospechaban cómo y de qué manera triunfarían sus propuestas paranoides. La impresión es que han calado en el carácter edénico del Procés y su visión de la intrínseca maldad españolista del Estado. Cualquier cosa que ocurriera -desde un resultado deportivo a un atentado- se interpretaba en clave de maligna agresión exterior: la paranoia como medio de relación social. La frase " Madrid ens roba", es un juego de niños tontos en comparación a lo que se ha dicho y escrito, o se sigue diciendo y escribiendo para apuntalar el descontento y las reivindicaciones de casi la mitad de catalanes. Si Borges y Bioy Casares vivieran incluirían algunas de las cosas que hemos oído y leído en una reedición de su Antología de la Literatura Fantástica. Pero como ya no vive ninguno de los dos vamos desde aquí a aportar otro argumento de calibre que contribuya a reforzar la fábrica de ficciones del Procés: el caso Mobile World Congress y el coronavirus. Nada como la literatura para fomentar la ensoñación y que siga el lío.

Ni 'fake news', ni mentiras, ni falsificaciones de la Historia, que también. Ensayemos, por tanto, algo de ciencia-ficción, que en la Cataluña del Procés ha tenido hasta ahora más éxito la ficción que la ciencia: me refiero a la política, no se ofendan. Bacterias de laboratorio ideológico que se apoderan de lo colectivo, empresas de alta tecnología y cerebros entre el doctor Mabusse y Fumanchú, pasados por El Escorial, serían los responsables del lío. O sea que la crisis catalana -de la que sólo España es culpable, por supuesto- puede darnos la solución al origen del maléfico virus que ha arraigado en China y se va dispersando aquí y allá en pequeños comandos dispuestos a extender el mal allí donde sea necesario. Por ejemplo en la Cataluña del Mobile World Congress.

Que fuera en una edición pasada del Mobile donde un empresario independentista le faltó al Rey, o que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dijera meses atrás que haría lo imposible por llevárselo a Madrid -es decir, robárselo a Barcelona- nos apunta a una posibilidad que ningún científico serio ha esgrimido. Por tanto habrá que llamar a algún científico del Procés que corrobore lo evidente: el coronavirus no es cosa de Wuhan, sino de Madrid. Es en un laboratorio secreto del CNI donde se ha inventado el mortífero bicho para cargarse el Mobile de Barcelona y trasladarlo, el año que viene, a la capital. No hay más, no se esfuercen. Y también debe de ser cosa del maligno Estado español, la catarata de deserciones: Sony, LG, Ericsson, Amazon, Facebook, Huawei, Vivo, Mediatek, Rakunen y no sé cuántas más que han dicho bye, bye, que tengo miedo a contagiarme. ¿Miedo? Seguro que han untado a sus directivos con los dichosos fondos de reptiles para que se ausentaran, no puede ser de otra manera. De resucitar Dalí, se carcajearía entre eles geminadas y no diría otra cosa. Y eso que aunque llevara barretina y espardenyes por todo el mundo, no era indepe.

El dinero es cobarde, suele decirse, y el coronavirus ha vuelto a dar la razón a la sabiduría popular. Para qué movernos si podemos publicitar nuestros productos, desde las redes sociales ha dicho una de las empresas desertoras, simpatizante, como mínimo, de Cayetana, si no de Vox. Dicen sus íntimos que Díaz Ayuso está que no para de frotarse las manos, haciendo cuentas para el año que viene. A no ser que, llegados a este punto de delirio, el president Torra, para vengarse de la ladrona y sus secuaces, inunde de ratafía el sistema de aguas madrileño -ya lo intentó con Sánchez en La Moncloa y mal resultado no le dio- y los monjes de Montserrat le ayuden infiltrando sus Aromas vía cable de internet y televisión. El boicot estaría asegurado.

Todo es posible en el mundo de Alicia (acosada por tanto malote suelto) en el país de las Maravillas. Como el replicante de Blade Runner, estos años hemos visto y oído cosas que nunca hubiéramos creído ver ni oír, sin necesidad de acudir a las naves en llamas más allá de Orión, o a los rayos C brillando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhauser... O sea que todavía nos queda para rato y la alucinación del Mobile -suspendido o no- sólo es una más a tener en cuenta. La ficción nunca debe parar.

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