"Somos un prestador de servicios a la sociedad mallorquina y la industria turística, a la que corresponde un 80 por ciento del tráfico que tenemos, es la que tiene que marcar el futuro. ¿Vamos a congelar el crecimiento del sector turístico? Para nosotros es fundamental saberlo, con lo que tenemos ahora construido somos capaces de atender la demanda actual, si hay que seguir aumentando la oferta se deben hacer reservas para que luego sea posible construir".

Estas palabras fueron pronunciadas por Alfonso Meaurio en 1997, año en que se inauguró la nueva terminal del aeropuerto de Palma, de la que fue director durante 20 años. Entonces, Son Sant Joan registró un tráfico de 16,5 millones de pasajeros. El año pasado, de 29,7 millones. La pregunta de Meaurio sobre la correlación entre la capacidad del aeropuerto y el crecimiento turístico pudo tener sentido en una isla que carecía de instalaciones aeroportuarias a la altura de un destino de visitantes número uno a nivel mundial. Sin embargo, a fecha de hoy, cabe preguntarse si el recordado director de Son Sant Joan mantendría la necesidad de adaptar Mallorca y sus infraestructuras, también las aeroportuarias, a un crecimiento ilimitado del número de visitantes, claramente insostenible desde el punto de vista medioambiental, social y económico.

Aena se ha visto estas semanas en el centro de la polémica por sus proyectos para el aeropuerto de Palma en los próximos cinco años. Con una inversión total de 260 millones de euros, el ente público estatal prevé ampliar y remodelar terminales, pistas, aparcamientos y zona comercial. Proyecta 1.712 plazas más de aparcamiento sobre las 12.910 existentes. Las obras afectan a una superficie de 30,8 hectáreas. Una empresa está realizando un estudio sobre el suelo urbanizable y sus usos en zona aeroportuaria. Si no es para su desarrollo, cuesta entender para qué.

En un momento en que parece existir un consenso generalizado sobre la necesidad de garantizar un futuro sostenible a Mallorca como destino turístico, los planes mastodónticos de Aena sorprenden y preocupan. El ente pública afirma que la ampliación del aeropuerto de Palma es imprescindible para atender el servicio "con los mismos niveles de calidad" que en la actualidad. Son Sant Joan, explican, es "la herramienta primordial para el desarrollo de la actividad comercial, turística e industrial de la zona". Un argumento similar al planteado por Pedro Meaurio hace 22 años. Sin embargo, la realidad ha cambiado mucho.

Entonces, el boom turístico ya se había consolidado, pero había margen para crecer. Y consenso entre los políticos, empresarios y la sociedad mallorquina en general sobre la necesidad de hacerlo, tanto en número de turistas como en calidad. A día de hoy, con 16,5 millones de turistas al año y un índice de presión humana que se ha disparado un 45,7% en los últimos 20 años, pasando de un máximo de 1,4 millones de personas en agosto de 1997 a superar los 2 millones, el presente y el futuro debe interpretarse de manera diferente.

Aena trabaja con una previsión de aumento del tráfico de pasajeros en Palma hasta los 33,8 millones en cinco años. La pregunta que cabe formularse es si en un momento en que las principales instituciones públicas de las islas, los empresarios y los ciudadanos tienen claro que el futuro de Balears pasa por la calidad y no la cantidad, por la toma de conciencia de que los recursos son escasos y limitados, y por la necesidad de garantizar, en suma, viabilidad no solo medioambiental, sino también económica, del negocio turístico, es coherente que Aena siga rigiéndose por los mismos criterios que hace 20 años.

El ente público estatal lleva mucho tiempo trabajando en los cuatro proyectos de remodelación del aeropuerto de Palma, algunos de los cuales ya han sido licitados. Han trascendido ahora, lo cual demuestra la nula comunicación y coordinación entre esta entidad y las instituciones de las islas, difícil de entender. La iniciativa ha provocado el rechazo de asociaciones ciudadanas y ecologistas y de los partidos del Pacto, Podemos, Més y, de manera más tibia, PSOE.

El jueves, en una reunión entre los responsables del aeropuerto y del Govern, aquellos se comprometieron a "reformular" el proyecto, sin aclarar cómo. Aena sostiene que no hay una ampliación de las instalaciones, lo cual contradice la lectura de los documentos en exposición pública. Afirman que no va a haber más vuelos por hora (sobre los 66 actuales), pero el debate no es tanto la capacidad o las condiciones de las terminales, que obviamente deben ser modernizadas para prestar el mejor servicio, sino que el aeropuerto y su futuro vayan acompasados al modelo de isla que sus ciudadanos quieren para el futuro. La petición de participar en la gestión de Aena, planteada desde hace años desde el Ejecutivo autonómico, se ha desvelado imprescindible para que una infraestructura de tal trascendencia para Mallorca se decida con el máximo consenso y participación. Aena debería replantear los actuales proyectos escuchando a las instituciones de la isla y actuando con mayor transparencia en futuras decisiones.