Diario de Mallorca

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Norberto Alcover

En aquel tiempo

Norberto Alcover

Rodeado de perplejidad

Cada semana, suelo recoger aquellas noticias/opiniones más relevantes de los tres periódicos que se editan en Mallorca, así como de El País y ABC, vía digital, para encarar el artículo quincenal con el que me pongo en comunicación con todos los lectores y lectoras del Diario de Mallorca. Es una tarea singular porque al cabo de un mes, por ejemplo, tengo clasificado un material político, social, económico y hasta religioso de interés objetivo que me permite mantener la exigencia informativa fresca y al día. Pues bien, al revisar las noticias e informaciones de enero y febrero he quedado envuelto en una serie de perplejidades inusuales, pero todas ellas inquietantes, que, en realidad, ya venían preocupándome desde semanas atrás. Se las comento.

Que Inglaterra se haya entregado al Brexit parece absurdo, y sin embargo la mitad de los británicos están satisfechos hasta desplegar banderas. No acabo de comprender esta urgencia en apartarse de la UE, es decir, de Europa, si bien los ingleses siempre han sido víctimas de su complejo de superioridad ante nosotros, los demás europeos, a quienes gusta contemplar como un apéndice colonial, tan acostumbrados están. En definitiva, mirando hacia atrás, se han aprovechado de nosotros mientras mantenían unas pocas exigencias "nacionales" pero de gran relevancia continental. Es lógico que me pregunte por las conversaciones ocultas con Trump, única posibilidad de salir adelante en esta huida de nuestro continente. Pero insisto, llegó el Brexit, un acontecimiento histórico, y no llegamos a conmovernos. Ni tan siquiera se nos informa con objetividad de lo que pensamos hacer los españoles ante este bofetón de la historia. Una delicia. Y perplejidad. Por cierto, ¿recuerdan a Cameron y su actitud dominante antes del desastre?

A bombo y platillo, España organizó en tiempo récord la Cumbre del Clima en Madrid. Capacidad admirable de "actores secundarios" de nuestra política y funcionariado. ¿Es posible que se reúnan tantísimas personas, todas ellas con pedigrí internacional, para llegar a la casi negación de las cuestiones por las que estaban reunidas? Parón desconcertante tras semanas de espectacular que estábamos ante una reunión medular para una cuestión que nos afecta a todos, y al planeta en cuanto tal, aunque Trump, siempre él, lo niegue con una tranquilidad pasmosa. ¿Tiene algún sentido político, económico y ético que se nos haya dejado como "rebaño sin pastor", mientras la climatología se ensaña con nosotros mismos? Exactamente igual que el brasileño Bolsonaro con la Amazonia. Perplejidad.

Nuestro gobierno de coalición nos prometió transparencia absoluta, y me pareció muy bien, porque decía ser "un gobierno del pueblo". Pero llega el caso del señor Ábalos en el aeropuerto de Madrid y a estas horas seguimos sin saber exactamente lo que hizo y sucedió, en un asunto tan delicado como el venezolano. Pero mi perplejidad aumenta cuando contemplo la visita del expresidente Zapatero al presidente Maduro, en un gesto de alta política, dígase lo que se diga. Habíamos apostado fuerte por Guaidó, desenganchados de la dictadura bolivariana, y nada sabemos ni de una ni de otra cosa. Más perplejidad.

Y llegamos a un cuarto motivo para andarme perplejo: ¿cuál es el poder del asesor Iván Redondo en las determinaciones presenciales? Porque, tras leer, hace más días, el reportaje publicado en El País sobre tal asesor, quedé sorprendido por su currículum y no menos por sus características semejantes a Robespierre o a Maquiavelo. Es evidente que es inteligente, que conoce el mapa político español, dado que con anterioridad había servido a otros señores muy diferentes, y que merece la confianza del Presidente Sánchez. Está ahí, susurrando al oído de quien manda todo en todos, pero nada sabemos de Iván, de su presencia concreta en Moncloa, de su visión sociopolítica. ¿Que siempre se cuenta con asesores áulicos como el señor Redondo? Cierto y tal vez necesario, pero ha llegado el momento de conocer, como ciudadanos, de qué va, hacia dónde dirige al Presidente, y qué autoridad ostenta en un gabinete tan complejo como el actuar español. Más perplejidad.

Seguramente nadie me explicará de forma transparente todas estas cosas que nos dominan, aunque no sean baladíes. Tal vez mi error sea mantener fresca y permanente mi tarea informativo/opinativa. O tal vez sea que somos llevados de aquí para allá como corderos en manada, sin que seamos capaces de hacer presentes nuestras perplejidades a través de unos partidos que, a su vez, tienen sus intereses ocultos. La guinda: ¿Qué ha sucedido de verdad con los abusos a menores en territorio mallorquín y más allá de Mallorca?

Dejo de lado el problema catalán porque me supera: tengo claro lo que pretende el señor Torra, pero en absoluto lo que piensa negociar el señor Sánchez. Lo sabremos todo de todo cuando suceda.

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