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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Molango se salva del descenso

Maheta hace las maletas, una mudanza que invita a reflexionar sobre Mallorca como destino propicio de personajes que nunca entenderán a los mallorquines. Esta carencia queda soslayada si se les emplea de espaldas a los nativos, pero tiene gracia colocar a uno de estos extranjeros radicales al frente del equipo que encarna las esencias residuales del territorio. Gracias a su despido fulminante, Molango se salva del descenso, siempre podrá presumir de que dejó al club en Primera. Sus verdugos no tendrán la misma suerte.

Con un punto lejos de Son Moix en una docena de partidos, el Mallorca solo tiene garantizado el regreso precipitado a Segunda. De hecho, ha fichado como si jugara en Segunda B, en previsión de posteriores descensos. Los futbolistas solo se equivocan cuando hablan, y también Raíllo cuando protesta por falta de cariño a los autores del doble ascenso, como si se les debiera algo. El error ha sido confun dir la Primera con un homenaje a la plantilla y técnico heredados, en lugar de reconocer que no se adecuaban a LaLiga, el mayor espectáculo del mundo. Mejor hubiera sido sustituirlos a todos. ¿Acaso los jugadores no repasan sus actuaciones en vídeo?

Molango ha pasado del descenso al descanso. Se hallaba muy por encima de la talla del club, o al menos estaba convencido de esa superioridad. Así que habrá encajado el tránsito como una liberación, tardía para los intereses mallorquinistas. Si los futbolistas jugaran como hablaba su consejero delegado, el Mallorca estaría en Champions. Los mallorquinistas pueden pensar que laminar al consejero delegado es la variante capitalista de cambiar de entrenador. En realidad, el propietario ha aplicado a rajatabla el protocolo de liquidar al personaje más odiado del conjunto, en caso de zozobra. Este retrato suele coincidir con el técnico, pero el mallorquinismo contaba con una figura todavía más impopular.

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