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Una de pelis

Apocalíptico. Qué quieren, me parece estar viendo una de esas pelis que tanto proliferan ahora y que paso de ver porque me aburren soberanamente, cuya temática es de ciencia ficción, de epidemias, de virus y de zombis. Me parece estar viendo una escena irreal y que esto no puede estar pasando. Por eso, al ver las ciudades desiertas, las personas peleándose por la comida en los supermercados chinos, la gente con mascarillas por doquier, no puedes evitar que un escalofrío te recorra la espalda.

La OMS ha decretado la emergencia, la alerta internacional ante la imparable expansión del coronavirus de Wuhan. Da cosita ver a los uniformados que tantas veces hemos visto en las pantallas con sus trajes de protección, porque esto es real. Ver los paisajes urbanos que dejan una imagen de desolación es francamente agobiante. Siguen sin gustarme estas pelis y menos cuando están pasando en la realidad. Y si no me gustan las pelis de virus y enfermedades, existe otro género cinematográfico que tampoco me llama, y que por casualidad ha coincidido con la peli del virus. Son las de superhéroes, que también están de moda. Tuvimos una superheroína en nuestro país, que volaba y todo. Palabrita. Porque la vice de Maduro, la Delcy, se traslada de un avión a otro sin tocar suelo español, que lo ha dicho el amigo de su amigo, lo que evidentemente quiere decir que levitaba, porque pisar no lo pisó, que lo oí yo con estos oídos que se han de tragar la tierra.

Por otra parte, todo lo que rodea a esta heroína, perdón superheroína, se mete de lleno en un tipo de pelis que me apasionan. Hablamos de thriller políticos. Y es que la política española cada vez me recuerda más a las series, que sí veo, porque me encantan, tipo House of Cards, o El ala oeste de la Casa Blanca, que trata de las cloacas de los yankees, pero que pueden ser perfectamente de Miraflores o de Moncloa, que me da igual que me da lo mismo. La cosa es que estoy como ensimismada, metida de lleno en la peli, porque me siento hasta un poco protagonista. Me tumbo en mi sofá, con palomitas, a ver los informativos y sigo con la ficción. Y es que en el primer capítulo el hombre de paja va a recibir a la superheroína, pero dice que no va, y luego sí, y luego le manda no sé quién, y luego habló, pero no, que fue un saludo de 25 minutejos y claro, estoy que no vivo en mí.

Sigo, eso sí, esperando el desenlace, porque en esta peli hay también un mocín presidente del país catalán, que no se sabe si es o no es, si viene o si va, si hay reunión o no, y claro, me está produciendo una desazón que hace que no me quiera perder ni un solo capítulo. A veces tengo, eso sí, que pellizcarme para darme cuenta que lo que veo y oigo es real... Y Dios, ¡cómo duele!

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