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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Yo no he estado en FITUR

Hace años, desde que no asisto a FITUR, aprovecho la ocasión de la celebración de la Feria de Turismo en Madrid para escribir un artículo titulado con idéntico título “Yo un estuve en Fitur”. En estas líneas no voy a incidir en los resultados de la feria turística a los que se puede acceder a través de los medios de comunicación, sino en poner en valor las opiniones de diversos protagonistas de la actividad turística en nuestra comunidad; desde los empresarios turísticos (no sólo hoteleros), pasando por las opiniones de los turistas, hasta las valoraciones de los ciudadanos dado que todos directa o indirectamente dependemos del turismo. Los resultados de 2019 se publicaron en Quaderns Gadeso, números 370-374). Acudo a seis protagonistas relevantes.

Primer protagonista: la ciudadanía. La turismofobia es una realidad minoritaria, la mayoría reconoce que el turismo “ha sido la base de nuestro bienestar generando puestos de trabajo, aunque temporales”. Consideran que la rentabilidad social (a pesar del convenio de hostelería) no es positiva por el grado de temporalidad, precariedad e incerteza. Tal percepción choca frontalmente con la propia de Gabriel Escarrer, que levantó la voz de alarma en Fitur, ya sea aboliendo o “reformando la reforma laboral vigente o aumentando el salario mínimo interprofesional (aumento que ya se ha producido con el acuerdo entre el Gobierno, la CEOE y los sindicatos) porque perjudicaría a la necesaria “flexibilidad” imprescindible para seguir manteniendo la rentabilidad.

Segundo protagonista: las empresas turísticas hoteleras. Su rentabilidad es positiva, aunque haya sido inferior al 2018, en parte debido a la importante inversión dedicada a modernizar sus establecimientos, así como por haber prolongado su actividad. No cabe duda de que se están haciendo esfuerzos para desestacionalizar. Es una realidad la prolongación de la temporada alta especialmente en sus meses posteriores. Son un hecho las iniciativas privadas y públicas para atraer visitantes (más allá que simples turistas) fuera de temporada alta a través de la promoción de productos específicos destinados a segmentos concreto de mercado (desde el gastronómicos al cultural, pasando por el cicloturismo). Pero habrá que poner más leña al asador.

Tercer protagonista: la oferta complementaria. No solo incluye bares, restauración, salas de fiestas y comercio turístico, también incluye productos culturales, deportivos, recreativos, de ocio, familiares y un largo etcétera. Sin duda se ha producido una cierta diversificación e implantación de nuevos productos. Pero sin negar ciertas mejoras, no deja de ser preocupante la obsolescencia y los precios de buena parte de las instalaciones de bares, restaurantes, salas de fiesta y comercio turístico. En su conjunto no considera positiva su rentabilidad.

Cuarto protagonista: los turistas, nuestros clientes. La mayoría nos elige como destino por el binomio precio-sol/playa; valorando muy positivamente la relación precio-calidad de la mayoría de establecimientos hoteleros, así como sus instalaciones, fruto de las importantes inversiones que han hecho los últimos años las empresas hoteleras. Pero, a la vez, todos los indicadores de los entornos naturales y medioambientales bajan su valoración. Aunque valoran positivamente nuestras playas, se quejan de manera significativa respecto de los servicios y el estado de las aguas y, incluso, en nuestras playas más relevantes. Es preocupante que nuestros visitantes, especialmente los repetidores, tengan una percepción grave de masificación, fundamentalmente en el uso de nuestras infraestructuras, en sus movimientos rodados y en destinos relevantes (desde playas a monumentos).

Quinto protagonista: el modelo turístico. Un 80% de los ciudadanos considera que la actividad “se basa en una excesiva ocupación del territorio, de sus infraestructuras y equipamientos”. La sobrecarga humana sobre el territorio y los recursos en plena temporada que supone doblar nuestra población, superando los dos millones de personas; a su vez resulta insostenible el uso de recursos, desde el agua potable a energía eléctrica. Quizás podría parecer que tal inquietud ciudadana coincide con la propia de Escarrer al afirmar que, en España, y por ende en Balears, el número de turistas que no visitan son excesivos; pero mucho me temo que no son coincidentes. Además, un 68% considera que sufrimos “una excesiva dependencia del vigente modelo turístico”, léase temporada alta con actividad empresarial al 100%, así como mano de obra hiperintensiva pero de escasa cualificación. Es imprescindible la diversificación de nuestra actividad económica con ofertas/productos de mayor valor añadido.

Sexto protagonista: la iniciativa pública y la privada. Sólo la coordinación de ambas puede garantizar un modelo sostenible económico, empresarial y social, a medio plazo.

Hasta el próximo FITUR, en diciembre de 2020, en el cual físicamente tampoco estaré.

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