Mientras leo el periódico en un café, escucho (sin querer, al menos al principio) a una tertulia de jubilados aún jóvenes, tal vez profesores de la pública. Discuten sobre el celibato, aunque parecen poco religiosos. Todos se muestran favorables, por distintas razones. Uno dice que a fin de cuentas la Iglesia hace un papel social importante por coste más bien bajo, y será difícil que cubra puestos de trabajo si no mejora la oferta. Otro añade que puesto que la defensa del modelo tradicional de familia es tan legítima como la de los nuevos modelos, mejor si lo hace gente con experiencia sobre lo que es una familia. El que parece mayor apunta que la soledad "no a todos ayuda a predicar la aleluya" (así lo dice) y en todo caso es un problema social. El que queda dice que la pureza, para el que la quiera, tendría más mérito sin contrato. Luego su charla toma otro camino, y yo tomo notas.
