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Un Gobierno progresista

Dicho así suena muy pomposo pero poco concreto, ¿verdad? ¿Qué es, realmente, un Gobierno progresista? Un Gobierno progresista es ese que las mujeres llevamos reclamando desde que tenemos uso de razón. Es aquel que anteponga los problemas sociales y sitúe las desigualdades como primeras medidas a atajar. Porque las feministas sabemos que cualquier avance social es, también, un avance para las mujeres. Por eso luchamos por un matrimonio igualitario, por eso un Gobierno progresista nos permitió formar familias a quienes amamos a las que son de nuestro mismo sexo. Un Gobierno progresista defiende a las mujeres y aprueba leyes integrales que luchan contra la lacra de la violencia machista.

Un Gobierno progresista regula los alquileres para que la burbuja de los pisos turísticos no suponga que los y las jóvenes no podamos emanciparnos. Se preocupa de que las pensiones estén garantizadas y crezcan cada año. Un Gobierno progresista no obvia que la brecha de género en las pensiones es abrumadora (la diferencia entre lo que cobran los jubilados y lo que cobran las jubiladas) y, además, tiene en cuenta que muchas mujeres viven únicamente de su paga de viudedad tras décadas de un trabajo no remunerado y eterno, el de amas de casa.

Un Gobierno progresista legisla para que las decisiones de las mujeres sobre nuestros cuerpos sean solo decisiones nuestras: nuestro cuerpo, nuestra decisión. Sabe que la baja natalidad es consecuencia de una falta total de medios que permitan la independencia económica de la juventud y una racionalización de los horarios, así como una equiparación entre los permisos de maternidad y paternidad, iguales e intransferibles, que no penalice a las mujeres a la hora de tener hijos.

Un Gobierno progresista hace tantas cosas que es imposible resumirlas aquí todas, pero lo que tiene de especial un Gobierno progresista es que toma en cuenta a las más vulnerables como foco de sus cambios sociales, las mujeres. Porque si ya decía Flora Tristán a principios del siglo XIX que "hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero", no debemos perder de vista que, globalmente, las mujeres son quienes más sufren las desigualdades. Como dice Amelia Valcárcel, "una cadena es lo fuerte que sea el eslabón mas débil". Un Gobierno progresista sólo puede serlo si es igualitario, si es feminista.

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