La paralización de los dos grupos más contaminantes de la central eléctrica de Es Murterar, impensable hace unos años, es la decisión más relevante que se ha adoptado en Balears en la lucha contra el cambio climático. Sus efectos son inmediatos, una reducción de un 10 por ciento en la emisión de dióxido de carbono, y significa iniciar una senda de descarbonización irreversible, que debe dar paso a energías menos contaminantes.

El 'apagón' del cincuenta por ciento de los grupos de Es Murterar se produjo el pasado lunes, sin cámaras que lo inmortalizaran. Resulta extraño, ya que se trata de una decisión histórica, que limita a la mitad la generación de 500 Mw de la central de carbón de Alcúdia, construida en 1981. Endesa arguyó que no quería contribuir al nerviosismo que la decisión genera entre su plantilla, de 140 trabajadores, que temen por su futuro pese a las promesas de recolocación. No obstante, unas semanas antes, en la Cumbre del Clima de Madrid, la compañía energética publicitaba su estrategia de abandonar el carbón -hace unos días anunciaba también el cierre de la emblemática central de As Pontes, en Galicia- y sustituirlo por fuentes de generación de energía más limpias.

Quien sí tenía un interés legítimo en dar a conocer la medida era el Govern del Pacto, a quien corresponde la ambiciosa Ley de Cambio Climático y Transición Energética de Balears, aprobada en febrero de 2019, en la que se marca el camino a seguir en materia de energía. El objetivo, en la línea de los acuerdos de París, es que la totalidad de la energía proceda de fuentes limpias y renovables a partir de 2050.

La meta es ambiciosa, pero irreal. La falta de voluntad mostrada por muchos de los gobiernos participantes en la cumbre de Madrid impedirá cumplir con los compromisos planteados, lastrados principalmente por la falta de apoyo de países como Estados Unidos o India, grandes contaminantes. No obstante, el liderazgo asumido por Europa y medidas concretas como la aplicada esta semana en Balears, aun con sus limitaciones geográficas y de impacto, permite contemplar el futuro sin caer en el pesimismo.

El cierre progresivo de Es Murterar supone reducir la dependencia de Balears del carbón, un combustible fósil especialmente contaminante, que emite a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono, azufre, óxidos de nitrógeno y otras partículas nocivas para la salud. Los dos grupos que continúan funcionando lo hacen ya con una limitación anual de horas. El suministro está garantizado porque aumentará la producción de las centrales de ciclo combinado de Son Reus y Cas Tresorer, que funcionan con gas natural. Una cuarta parte del suministro eléctrico procede de la península, a través de un cable submarino al que se sumará una segunda conexión a partir de 2026, lo que ha de permitir la clausura total de la central de Alcúdia.

La situación actual se plantea como un paso intermedio mientras se produce la implantación progresiva de energías renovables para alimentar la red eléctrica con una apuesta clara por la fotovoltaica, tanto desde la Administración como de la propia Endesa. La empresa, a través de su división de energías renovables, Enel Green Power España (EGPE), se ha adjudicado 72,4 MW de capacidad solar fotovoltaica en el archipiélago, en el marco de la subasta de concesión de ayudas a la inversión que han llevado a cabo el Ministerio para la Transición Ecológica y el IDAE, en colaboración con el Govern.

La implantación de renovables, que desarrollará la conselleria del vicepresidente Juan Pedro Yllanes, no está exenta de polémica por el impacto territorial y paisajístico de los parques fotovoltaicos, especialmente en un territorio limitado como el balear. Aunque debe minimizarse todo lo posible, hay que asumir que la huella en el paisaje será inevitable.

El cierre programado de Es Murterar se lleva a cabo de forma consensuada entre la empresa propietaria de la central y las administraciones estatal y autonómica. Es una buena noticia para Balears y para el medio ambiente y es deseable que se cumpla el calendario previsto para la sustitución de las fuentes de energía fósil por otras menos contaminantes. El objetivo es global, pero su ejecución depende de la suma de medidas locales. Y Balears ha contribuido esta semana con un pequeño gran paso.