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Hoja de calendario

Pedro Villalar

El Sáhara y nosotros

Un reportaje muy reciente publicado en uno de los grandes rotativos españoles ha desarrollado con rigor, argumentos y datos la noticia de que "tras 28 años esperando el referéndum prometido por la ONU, el Frente Polisario, bajo presión de los jóvenes, amaga con retomar las armas contra Marruecos". Es lógico que así sea: en los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, malviven decenas de miles de personas expulsadas del antiguo Sáhara Occidental español cuando nuestro país abandonó la colonia y, sin título alguno para ello, se hizo cargo de ella Marruecos, que la ha anexionado a su territorio. La vida en estas condiciones es muy penosa, los más jóvenes ni siquiera conocen su tierra de procedencia, y no hay expectativa alguna de que Marruecos consienta un referéndum sobre la soberanía de un territorio que considera propio.

España tiene que conciliar su obligación moral con los saharauis -existe en la sociedad española una simpatía muy extendida y arraigada hacia ellos-, con la necesidad de mantener relaciones de especial calidad con Marruecos, que es nuestra frontera sur y nuestro gran aliado en la zona. Y ha de poner de su parte todo lo posible para evitar un conflicto que la situaría en posición muy delicada. En definitiva, la diplomacia española debería buscar una solución al problema, que probablemente pase por una autonomía muy intensa del Sahara Occidental a cambio de la renuncia de los saharauis a la soberanía, que es un desiderátum imposible. Y habría que catalizar la participación en el acuerdo de la ONU y de la UE, como sus garantes comprometidos. La inhibición actual de nuestro país tiene grandes riesgos.

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