Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Sánchez resucita el diálogo

La investidura no está garantizada, pero el único candidato posible ha obtenido una notable acogida entre las fuerzas más radicales del arco parlamentario

Las dos Españas dividen a quienes han sido consultados por Pedro Sánchez, antes de presentarse a la investidura, de los escasos españoles que no han tenido ese honor. Una clase intermedia por equidistante corresponde a los auscultados por el Rey, que ha demostrado un poder de convocatoria inferior a su primer ministro. En Macbeth se recuerda que "cualquiera puede invocar a los espíritus. La pregunta es ¿te responden?" La investidura no está garantizada, pero el único candidato posible ha obtenido una notable acogida entre las fuerzas más radicales del arco parlamentario.

Antes del enésimo despertar de su carrera política, Sánchez no quería correr el riesgo de ganar. Con este espíritu reservón afrontó las negociaciones tras las generales de abril. En cambio, ahora no solo ha despejado el panorama, sino que ha resucitado el diálogo vetado por los cazadores de herejes. Frente a la cerrazón de los dirigentes clásicos, la nueva doctrina del PSOE cuenta como avalista a Zapatero. En medio de las acusaciones histéricas sobre el entreguismo a los etarras, el expresidente recordó que también el PP había prometido en reiteradas ocasiones a los abertzales que "cuando dejaran las armas, jugarían en el juego democrático, esa es la grandeza democrática". Es una opinión a tener en cuenta, por provenir del autor de la liquidación de ETA.

La primera victoria de Sánchez consistió en amansar a Podemos, un éxito relativizado por la fulgurante escenificación del abrazo forzado con Pablo Iglesias. Con un Govern de la Generalitat al completo en prisión, la negociación con los independentistas catalanes revestía un morbo particular. Las necesidades mutuas han allanado el camino. Sin olvidar que, en la feroz lucha entre Esquerra y JuntsxCat, la urgencia por dinamitar las posiciones ajenas compite con el deseo de convertirse en el interlocutor favorito del PSOE. La imagen de José Luis Ábalos dirigiendo la orquesta gubernamental en Barcelona era tan audaz como efectista, pero ha resultado efectiva. Es fácil imaginar el esfuerzo al que se somete el titular de Fomento, para reconocer esta semana que Cataluña vive "un conflicto básicamente sobredimensionado". Hasta la fecha, la situación no era conflictiva, sino provocada en exclusiva por los catalanistas. Y desde luego que no se habían sobrevalorado unos hechos que el Gobierno socialista gestionó como una sedición, con peticiones de decenas de años de cárcel.

Incapaz de seguirse mordiendo la lengua, Ábalos se sintió impelido a achacar el cambio climático de la política española a renuncias de Esquerra a la vía unilateral. Resulta más significativa la respuesta suavizada de los independentistas, que rebajaron la provocación al reafirmarse en que no descartaban ningún camino, pero sin referirse explícitamente a la autodeterminación o el referéndum. A riesgo de soliviantar a sus bases, decisivas en una formación asamblearia, la marca de Oriol Junqueras colabora para facilitar la pista de aterrizaje del "conflicto sobredimensionado".

En el terreno cabalístico, cada nuevo suceso político se interpreta según su impacto sobre el desenlace de las negociaciones, por lo que otra opinión no estará de más. Los tribunales europeos o, en un escalón superior, el Camp Nou han apoyado con sus decisiones a los partidos catalanes que se disputan la interlocución de Sánchez. El Barça-Madrid auténtico, que es el futbolístico y no el político, exhibió su superioridad sobre cualquier conato de supresión del duelo. Y la inmunidad sobrevenida de Junqueras obliga cuando menos a sofocar la atmósfera resumida en el "a por ellos".

Los pronunciamientos políticos han de ser tomados en cuenta aunque provengan de la conveniencia y no de la convicción del ministro de turno, nunca mejor dicho en un sistema turnista. No tiene sentido plantearse si el PSOE cree sobre la Biblia en un "conflicto catalán sobredimensionado", sino si está dispuesto a comportarse de acuerdo con esta máxima. Si rebajar la naturaleza del enfrentamiento ayuda a sofocarlo, bienvenida sea la nueva perspectiva. Los problemas graves no se resuelven desde el histerismo, Rajoy acusaba de "traición a las víctimas" al tándem Zapatero/Rubalcaba que liquidó a ETA.

Por fin se ha introducido en el artículo a un dirigente de la derecha estatal, la gran ausente por propia decisión y de los votantes en el puente de mando de la España contemporánea. El derrumbe de Ciudadanos de 57 a diez diputados no castiga solo a Albert Rivera, sino que arruina a perpetuidad la eventual constitución de un tripartito con predominio de la derecha moderada en vez de la ultraderecha moderada. Sánchez recupera el protagonismo al reinventar el diálogo, los conservadores le imitarán en cuanto la situación lo permita.

Compartir el artículo

stats