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La doble muerte de Marta

M arta Calvo no será considerada una víctima de violencia machista. Marta Calvo, la joven a la que una bestia llamada Jorge Ignacio descuartizó a cachos (según ha asegurado él mismo) y esparció sus restos por varios contenedores no formará parte de la lista oficial de mujeres asesinadas por su género porque su asesino no es su pareja. ¿Cómo se han quedado? Pues eso, como yo. O sea, que un tipo del que se sospecha que puede estar detrás de otras dos desapariciones de mujeres -ojo, de mujeres, no de hombres, de mujeres-levanta el dedo y dice 'yo la descuarticé', y no es violencia machista. Pues en la propia acción está la prueba: nadie que no vea a la otra persona como una cosa, un objeto, como un 'algo' en vez de como un 'alguien' puede tratarla como Jorge Ignacio trató a Marta, com un simple trozo de carne.

Maneras de morir, maneras de desaparecer de este mundo hay mil, pero en el caso de la joven de Estivella confluyen dos de las más humillantes para el ser humano: la denigrante que comporta tratar su cuerpo como un simple resto sin valor (cuya tumba será un vertedero), y aquella dolorosísima para el alma que supone la exclusión, la exclusión que realiza el sistema de tu nombre, de tu identidad, de tu persona y de lo te pasó.

La Ley Integral de Violencia de Género de 2004 considera que solo son víctimas de violencia machista a aquellas mujeres que hayan sido agredidas por sus parejas o exparejas y a sus hijos menores. Obviamente, la ley se queda más que corta a estas alturas de la vida donde agresiones sexuales, la trata de blancas o la mutilación genital femenina hace tiempo que se consideran también violencia machista porque supone una violencia contra la mujer por el mero hecho de ser mujer. ¿Saben cuantas medidas de las que incluye el Pacto de Estado contra la Violencia de Género se han aplicado? Solo 72, una cuarta parte de las 290 establecidas. El resto, sobre todo las que suponen reformas legales, están paralizadas.

Y a todo esto, con Vox ofendiendo cada día miles de personas -mujeres y hombres- con su discurso atroz sobre las víctimas, sus continuas mentiras basadas en falsos porcentajes, su hostigamiento a políticas y profesionales dedicados a garantizar los derechos más básicos de estas y de sus hijos y su verdadero objetivo: que las mujeres no podamos hacer como Marta, quedar con quien queramos, cuando queramos y hacer lo que queramos sin que la culpa sea nuestra si nos matan.

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