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Camilo José Cela Conde

Vía política

Como es bastante obvio que los problemas políticos sólo se arreglan mediante soluciones políticas, es para alegrarse en estos tiempos de tan pocas risas que de la negociación que están llevando el PSOE y Esquerra Republicana con el fin de lograr un pacto de investidura „pero no sólo eso„ lleguen noticias que dicen que ambos partidos avanzan "en la vía política" para resolver el conflicto de Cataluña.

Pero como las alegrías duran poco en casa del pobre, y pobres somos todos, pobres de solemnidad en materia de resolución de conflictos, nadie ha soltado ni una sola pista acerca de cómo es el pavimento, la señalización y el trazado de esa vía política. Y eso debe preocuparnos porque, pese a que los anhelos por las negociaciones entre partidos nos lleven a magnificar el diálogo, ninguna vía política es de manera automática algo digno de aplauso por el simple hecho de existir. Las decisiones de invadir Checoslovaquia, Polonia y Noruega primero y la mayor parte de Europa después fueron vías políticas emprendidas por el gobierno de Adolf Hitler. Exterminar a seis millones de judíos, gitanos y comunistas, también fue una iniciativa política, a la vez que un crimen. Parece claro, pues, que los políticos, a la vez que deben ejercer como tales en lugar de seguir el sistema Rajoy de verlas venir sin hacer nada, han de actuar manteniéndose de manera escrupulosa como servidores y garantes de las leyes. ¿Hará falta recordar la sentencia de los ERE „y cito sólo ésa por ser la última dentro de los casos de corrupción„ para entender que las vías políticas han de ser, a la vez, legales?

Resulta obvio que algunas de las principales exigencias que ERC ha puesto encima de la mesa de negociación obligan, para poder aceptarlas, a saltarse leyes importantes. Como cabe pensar que un Gobierno, incluso en funciones, no puede hacer semejante cosa, hay materia sobrada para preguntar en qué consisten entonces los avances por la vía política anunciados. Si viviésemos en un país de larga y reconocida tradición democrática como son, por ejemplo, Francia o el Reino Unido, cabría entender que si se ha avanzado algo en las negociaciones entre ERC y el PSOE es en la manera de encauzar los objetivos de los republicanos dentro de las leyes. De las futuras, por supuesto, dado que en las actuales no caben ni por asomo. Con nada menos que la Constitución por medio.

Me temo que esa deseable y casi irrenunciable reforma que necesita la Carta Magna de 1978 no va a poder lograrse mediante la suma de los escaños que triunfó en la moción de censura. Las cuentas no salen. Así que la pregunta siguiente es de cajón: ¿qué vía política piensan emprender los actuales negociadores para conseguir los votos del Partido Popular? Porque eso es imprescindible para reformar la Constitución salvo que se crea que con la vía de las algaradas callejeras basta.

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